Durante el embarazo se producen muchas transformaciones en el organismo de la mujer. Algunas son visibles y otras no, aunque estas últimas pueden generar a su vez otras alteraciones que, en la mayoría de los casos, desaparecerán cuando se dé a luz. Los cambios en la piel y el cabello y la aparición de problemas dermatológicos diversos son un buen ejemplo de cómo la gestación afecta al organismo femenino por dentro y por fuera.
El origen de muchas de estas alteraciones dermatológicas se encuentra en la adaptación que hace el cuerpo de la mujer para prevenir el rechazo del feto durante la gestación. De esta manera, el sistema inmunológico femenino pasa de tener un perfil predominante de linfocitos Th 1 a uno de linfocitos Th2.
Ese ‘reajuste’ del sistema defensivo da lugar a una mayor susceptibilidad de la piel de la gestante, incrementando el riesgo de enfermedad autoinmune y reduciendo la inmunidad mediada por las células y aumentando, por tanto, la probabilidad de infecciones dermatológicas.
En función del origen, las alteraciones dermatológicas se pueden dividir en tres grandes grupos: cambios relacionados con las hormonas, anomalías preexistentes y alteraciones específicas del embarazo. También se dan otras patologías que se agrupan en enfermedades inflamatorias y en infecciones e infestaciones de la piel.
El melasma (también llamado cloasma o máscara de embarazo) son manchas oscuras que aparecen en el rostro y puede ser el problema de este tipo más frecuente en las embarazadas (70%) y en aquellas que toman anticonceptivos orales. La exposición al sol y a otras radiaciones ultravioletas empeoran el melasma, por eso se aconseja el uso de cremas de protección solar de amplio espectro y alto índice. En ocasiones, esta alteración se soluciona meses después del nacimiento del bebé, pero otras veces puede persistir y requerir tratamientos despigmentantes por parte del dermatólogo.
En relación a las uñas, lo habitual es que crezcan mucho más rápido durante la gestación. También las gestantes pueden tener fragilidad en sus uñas, que aparezcan marcas transversales, onicolisis (separación de la uña del lecho ungueal) y queratosis subungueal (crecimiento por debajo de la lámina que corresponde al engrosamiento del lecho ungueal). La mayoría de estas alteraciones se suelen resolver tras el parto.
Como cualquier otra enfermedad crónica, los problemas dermatológicos anteriores al embarazo pueden cambiar durante estos meses de la siguiente forma:
Se denominan dermatosis del embarazo o verdaderas dermatosis. Representan un heterogéneo grupo de dermatosis inflamatorias asociadas exclusivamente a la gestación o al posparto. Los síntomas van desde picores, erupciones atópicas o incluso alteraciones de los valores analíticos. La incidencia de estos problemas es mucho menor que los mencionados anteriormente, pero las cifras varían en función de los estudios, oscilando la incidencia en una de cada 50.000 gestaciones o una de cada 130, en función como hemos dicho del grupo estudiado y de la patología.
Acné común: El curso del acné es bastante imprevisible en el embarazo, y en muchas mujeres aparece por primera vez durante éste. En función del grado de intensidad del acné, el tratamiento se establecerá un tratamiento u otro. Si es necesario recurrir a un antibiótico, se prefieren la azitromicina o la claritomicina en lugar de eritromicina. En el caso de acné conglobata, un tipo grave, se puede requerir tratamiento con corticoides sistémicos junto con corticoides orales. El acné neonatal puede ocurrir como resultado de la transferencia pasiva de andrógenos maternales al bebé a través de la placenta durante el tercer trimestre de gestación.
Rosácea: suele empeorar durante el embarazo y requiere de tratamiento sistémico (no local). Algunos fármacos hay que evitarlos durante la gestación por sus efectos sobre el feto.
Pitiriasis rosada: es otro problema inflamatorio de la piel que puede presentarse durante la gestación y puede confundirse con otros problemas dermatológicos. Su causa se desconoce, aunque algunos dermatólogos la asocian con la infección por el herpes virus 6. El tratamiento es conservador ya que en la mayoría de los casos las marcas rosadas típicas de este trastorno desaparecen a las pocas semanas.
Urticaria: se presenta con frecuencia en las embarazadas y puede parecer otro tipo de dermatosis.
Herpes simple: la infección herpética primaria se da en el 2% de los embarazos y con frecuencia es más grave que cuando aparece en mujeres no gestantes. La infección genital primaria o recurrente es una indicación para cesárea y tratamiento farmacológico. El uso sistémico de Aciclovir es seguro durante el embarazo y no genera efectos adversos. En aquellas mujeres con historia de herpes genitales recurrentes, se puede hacer tratamiento profiláctico desde la semana 36 de gestación.
Herpes zóster: la reactivación de esta infección en el embarazo no está asociada con viremia o pone en riesgo al feto. La infección primaria se da en cinco de cada 10.000 gestaciones y pone en riesgo de neumonía y encefalitis tanto a la madre como al feto. La infección entre las semanas 1 y 20 de embarazo puede conducir al síndrome de varicela fetal en el 1-2% de los casos, con defectos neurológicos y del crecimiento. La inmunización pasiva con inmunoglobulinas de varicela zóster en madres seronegativas en las primeras 72 horas después de una exposición al virus puede prevenir o aminorar la infección materna. Las mujeres con varicela confirmada deberían ser tratadas precozmente de neumonía u otras complicaciones con Aciclovir oral o intravenoso.
Sarna o Escabiosis: es una infestación por el ácaro Sarcoptes scabiei var. Hominis que se contagia por contacto directo de piel con piel y, a veces, a través de utensilios o ropas, o por contacto con animales infestados. El síntoma principal es el picor, sobre todo por la noche. No es infrecuente que este problema se de en el embarazo. El tratamiento tópico con permetrinas 5%, es el de elección en algunos países.
En resumen, se podría decir que las alteraciones dermatológicas que pueden aparecer durante el embarazo son variadas y con distintas repercusiones. En su mayoría, son problemas transitorios que se solucionan tras el parto. La mayoría de estos trastornos, aunque molestos, no generan graves problemas ni en la gestante ni el feto, no obstante, hay que consultar con el dermatólogo para que realice un diagnóstico y tratamiento precoz que es esencial en muchas de estas afecciones.
De forma genérica se pueden aconsejar las siguientes recomendaciones:
-Evite exponerse a fuentes de radiación ultravioleta (sol, camas solares) y cuando lo haga utilice cremas de protección solar 50 UVA y B para prevenir la aparición de manchas.
-Hidrate con frecuencia la piel.
-Evite el uso de cremas antiarrugas o antiacné que contengan retinoides o derivados de alfahidroxiacidos.
-Consulte con su médico cualquier medicamento o producto que pueda absorberse por la piel o pasar al torrente sanguíneo.
-Si tiene antecedentes de problemas dermatológicos o infecciones, hable con su médico.
-Si tiene lunares y cambian de aspecto, acuda al dermatólogo.
-Controle su peso para prevenir problemas posteriores de flacidez.
-Evite estar mucho tiempo de pie o con las piernas cruzadas, intente tener una postura adecuada.
Redacción: Ángeles López. Revisión: Constanza Bahíllo.
Samantha Vaughan Jones,1 Christina Ambros-Rudolph,2 Catherine Nelson-Piercy. Skin disease in pregnancy BMJ. 2014 Jun 3;348:g3489. http://www.bmj.com/bmj/section-pdf/757544?path=/bmj/348/7961/Clinical_Review.full.pdf
MARC TUNZI, M.D., and GARY R. GRAY, D.O. Common Skin Conditions During Pregnancy. Am Fam Physician. 2007 Jan 15;75(2):211-218 http://www.aafp.org/afp/2007/0115/p211.html
Vinitha V. Panicker, NajeebaRiyaz, P.k.Balachandran. A clinical study of cutaneous changes in pregnancy Journal of Epidemiology and Global Health Mar 2017, vol.7, Issue 1, pages 63-70 http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2210600616300041#!
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