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20 diciembre, 2018Cada vez son más los medios de comunicación que publican informaciones relacionadas con los efectos de la luz azul, pero ¿cuánta ciencia hay detrás de algunas afirmaciones sobre este tema? Este artículo trata de repasar los estudios que vinculan la exposición a la luz azul con algún efecto sobre la piel y, actualmente, la conclusión es que se puede decir más bien poco.
En contraste a los múltiples estudios que podemos encontrar en la literatura científica sobre los efectos biológicos y clínicos de la radiación ultravioleta o incluso de la radiación infrarroja sobre la piel, el número de estudios sobre los efectos cutáneos de la luz visible y de la luz azul son escasos.
Se ha demostrado en estudios correctamente diseñados que la luz azul (espectro de la luz visible más cercano a los rayos ultravioleta), a dosis relevante, causa pigmentación en la piel humana. Este aumento de la pigmentación ocurre sólo en pieles más morenas, en fototipos iguales o superiores a III de la escala que utilizamos que es la de Fitzpatrick. Comparado con la pigmentación de los rayos ultravioleta B, la luz azul genera una mayor pigmentación, que dura más tiempo y por mecanismos diferentes a los de los rayos UVB.
Hay evidencia que la luz azul también empeora el melasma. Actualmente, no hay evidencia de que la luz azul o la luz visible cause efectos sobre la salud de la piel, más allá que la hiperpigmentación y el empeoramiento del melasma. En particular, no se ha demostrado que cause formación de arrugas.
La formación de radicales libres y especies reactivas de oxígeno (ROS) es un mecanismo clave en el fotoenvejecimiento. No se ha demostrado que la luz azul genere ROS y, por tanto, sus efectos no pueden ser controlados por antioxidantes. En teoría, sólo formulaciones de fotoprotección opacas que contengan pigmentos inorgánicos han demostrado que podrían reflejar y dispersar la luz azul y la luz visible y así evitar sus efectos sobre la piel. Estos compuestos son insolubles al agua y dejarían un color oscuro sobre la piel inaceptable cosméticamente. Actualmente, se están realizando investigaciones para encontrar fotoprotectores contra la luz visible.
Hay una cuestión muy importante a considerar: la mayoría de los estudios que se presentan en la interacción de la luz y la piel se han realizado sobre una determinada longitud de onda, la ultravioleta A, B, luz azul, luz visible o radiación infrarroja. Sin embargo, la piel humana en la realidad se expone naturalmente a “todas las longitudes de onda” simultáneamente y es esperable que se den interacciones e interferencias entre ellas, que son fundamentales en la respuesta biológica global y real de la piel.
La piel humana se ha adaptado perfectamente a la luz solar natural durante la evolución y seguramente la piel responda de forma distinta y con mecanismos de protección y compensatorios cuando sobre ella incide la luz solar, con la totalidad de las longitudes de onda, que cuando se irradia con longitudes de onda de forma aislada, que es como se presentan los estudios.