Signos visibles de un cáncer de piel
3 febrero, 2016Programa de fotoeducación infantil
3 febrero, 2016La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, crónica, recurrente y de carácter hereditario.
Su incidencia se ha triplicado en los últimos 30 años y afecta al 11% de la población española, llegando al 20% en el caso de los niños.
Entre las principales causas de este aumento los expertos señalan que la contaminación ambiental, la alimentación y ciertos aspectos del estilo de vida occidental pueden tener un papel relevante.
En la dermatitis atópica en la infancia es fundamental el papel del dermatólogo para mejorar la calidad de vida de los niños que la sufren, ya que se calcula que afecta a más del 100 millones de niños en todo el mundo. Y la cifra va en aumento.
Una vida sin picores:
Es importante el abordaje integral de la atopia, incidir en el tratamiento domiciliario, la educación de los padres y los aspectos psicológicos del niño atópico. Y es que sólo un 3 % de las familias con niños que sufren dermatitis atópica afirman tener una calidad de vida normal.
Los dermatólogos debemos trabajar en este aspecto, dado que es una necesidad clínica aún no resuelta para estos pacientes y sus familias. Para poder mejorar esta cifra, debemos centrarnos en aliviar de forma rápida y contundente el picor y los primeros síntomas de la dermatitis.
En esta línea trabaja el grupo internacional multidisciplinar de expertos con diversos trabajos de consenso publicados en reconocidas revistas médicas. Los informes de consenso internacional en la materia, como el “Practall”, que se han adaptado a niños y lactantes con dermatitis atópica, inciden en la importancia de adoptar una rutina de hidratación diaria y el uso escalonado de los medicamentos tópicos, conforme a la gravedad del brote y centrado esencialmente en el alivio rápido del picor.
En este sentido, son importantes aliados los agentes antiinflamatorios, que deben estar especialmente formulados para lactantes y niños y tener propiedades de especial eficacia antipruriginosa.
El prurito crónico tiene un impacto profundo en la calidad de vida de los niños y sus familias, dado que genera un gran estrés psicológico que afecta al estado emocional, al rendimiento escolar y al sueño. El estrés y los síntomas de la atopia forman un círculo vicioso y los dermatólogos tenemos que incidir en este punto y ser conscientes del beneficio que el control del picor aporta a los pacientes pediátricos.
Ante ello, el principal tratamiento siguen siendo los corticosteroides tópicos (no obstante en lactantes y niños menores de 3 años debemos tener en cuenta que existe un aumento de la absorción de cualquier ingrediente activo aplicado en la piel).