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Las infecciones cutáneas, tanto de la piel como de pelo y uñas, son una de las más prevalentes en población infantil, por su facilidad de diseminación y la frecuencia con la que los niños presentan lesiones cutáneas, de tal forma, que se han convertido en uno de los principales motivos de consulta en dermatología pediátrica.
Es una patología en aumento ya que existen factores que favorecen su desarrollo, como diversas enfermedades sistémicas, inmunosupresión (niños trasplantados, inmunodeficiencias, pacientes sometidos a tratamientos crónicos…), enfermedades cutáneas (dermatitis atópica fundamentalmente), mal uso de antibióticos o corticoides o el aumento de población inmigrante.
La manifestación de infecciones puede ser muy variada, desde lesiones en la piel casi asintomáticas hasta enfermedades sistémicas que pueden poner en peligro la vida del paciente.
Para diagnosticarlas es fundamental la historia clínica y exploración física, y en algunas ocasiones son necesarias técnicas de microbiología (cultivos).
En los últimos años se han desarrollado técnicas de biología molecular (PCR) que nos permiten un diagnóstico más rápido y certero de los diferentes microorganismos responsables.
La tiña, de actualidad
De todas las infecciones cutáneas cabe destacar las producidas por hongos dermatofitos, es decir hongos que se desarrollan en la queratina de la piel, el pelo y las uñas, y que pueden tener su origen en la tierra (geofílicos), en los animales (zoofílicos) o en el hombre (antropofílicos).
Estos hongos producen las tiñas, infecciones micóticas superficiales muy frecuentes en los niños (en el cuero cabelludo sólo se producen en ellos) y en ocasiones casi exclusivas de ellos, como ocurre con las tiñas del cuero cabelludo.
Las tiñas suponen un 10-15% de ese 20% de infecciones pediátricas mencionadas. Es importante su diagnóstico y tratamiento precoz, ya que la posibilidad de contagio es muy alta y se pueden producir verdaderas epidemias en hogares y centros escolares. Se deben sospechar ante la presencia de zonas alopécicas (sin pelo) en cuero cabelludo acompañadas de descamación (costras) o inflamación (pústulas) y que ocasionan picor en el paciente.
Es importante el cultivo microbiológico de las costras y el pelo para conocer exactamente el agente etiológico responsable. El tratamiento en todos los casos debe ser sistémico, por vía oral, ya que ni los champús ni las lociones o cremas son capaces de destruir al hongo ya que es difícil la penetración en el folículo piloso.
Otras infecciones fúngicas también frecuentes son las candidiasis o la pitiriasis versicolor, y menos frecuentes son las micosis profundas o la candidiasis mucocutáneas crónicas que afectan sobre todo inmunodeprimidos.
Es importante el conocimiento de estas infecciones por parte del personal médico ya que la falta de diagnóstico y el tratamiento erróneo puede convertir estas patologías aparentemente banales en enfermedades crónicas, recalcitrantes y muy molestas para el paciente y su familia, por no hablar de los problemas de salud pública por el alto riesgo de contagio.