El cuidado (permanente) de la piel
29 noviembre, 2017Para ‘no dejarse la piel’ en el embarazo
29 diciembre, 2017En una sociedad que prima la importancia de la imagen, el acné cobra una especial relevancia.
Además, se estima en torno al 78% de la población sufrirá esta afección a lo largo de su vida, con un pico de prevalencia entre los 14 y 16 años.
El acné es una patología que altera el aspecto de la piel y su diagnóstico, tratamiento y control de las eventuales cicatrices, como secuelas posteriores, debe ser dirigido por un dermatólogo.
Se trata de un problema de salud, cuya resolución no puede confiarse a personas sin la adecuada preparación científica, ya que las consecuencias de una terapéutica ineficaz o, peor aún, contraproducente, pueden tener consecuencias que se arrastren mucho tiempo, con el lógico impacto negativo sobre la piel, sin contar las imbricaciones psicológicas.
Éstas pueden ser particularmente graves, en una atapa de la vida, como la adolescencia, donde cualquier situación, especialmente si es negativa, tiende a sobrevalorarse.
De hecho, varios estudios indican que alrededor del 40% de los adolescentes con acné se siente acomplejado y cerca del 50% acusa serias dificultades para una relación afectiva y sexual fluidas.
Tanto en el diagnóstico, tratamiento y control de las cicatrices posteriores, se han producido avances sustanciales, gracias a los esfuerzos , tanto de la industria como de investigadores.
Sustituir la consulta al dermatólogo por el consejo de un amigo o las recetas carentes de aval científico, supone renunciar, absurdamente, a los frutos que proporcionan muchas horas de estudio y notables inversiones.
Los desastrosos resultados de actitudes al margen del especialista adecuado, los sufre un considerable número de pacientes y los dermatólogos, desgraciadamente, los comprobamos a diario en nuestras consultas.
Es mucho más fácil y efectivo un tratamiento en fase inicial que una corrección de errores, que, frecuentemente, han llevado a una situación patológica mucho más complicada. Si somos cuidadosos a la hora de tomar decisiones que tienen que ver con nuestra economía ¿no deberíamos serlo con el bien más valioso, que es la salud?