Dermatitis atópica: No es un problema menor

Quizá por su alta prevalencia entre la población infantil y por el hecho de que, en numerosos casos, se trata de una afección leve, la dermatitis atópica corre el riesgo de ser percibida como una enfermedad sin importancia.  Esta errónea consideración se ha visto también favorecida por la inesperada irrupción de una pandemia que ha priorizado la orientación de los recursos sanitarios hacia el control del virus, postergando la atención reclamada por otras patologías que se consideraban menos urgentes.

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria y crónica que se caracteriza por la sequedad y enrojecimiento de la piel, además de un picor intenso.   Afecta en torno al 20% de la población infantil y a un 2% de la población adulta.  Sus síntomas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero tienden a concentrarse mayoritariamente en áreas como el codo, las rodillas y zonas próximas. Inflamaciones, rojeces y, en ocasiones, hasta heridas, aparte de las correspondientes molestias, crean problemas estéticos que pueden conllevar diversas imbricaciones psicológicas.  De hecho, un 30% de los afectados señalan que esta enfermedad supone un serio deterioro en su calidad de vida.

Los orígenes de la dermatitis atópica no han sido concretados totalmente hasta la fecha, aunque parecen influir factores como la predisposición genética, el medioambiente o  las alteraciones de la barrera cutánea y del sistema inmunológico. Esta patología puede actuar también como desencadenante de otras afecciones como la rinitis o el asma, además de influir en el ámbito cardiovascular y hasta psiquiátrico. La Dermatitis Atópica Grave (DAG) es la vertiente más preocupante de esta enfermedad, que sufren en torno a 30.000 personas en España, con una especial crecimiento entre la población adolescente. Los afectados impulsaron, en 2017, la Asociación de Afectados por la Dermatitis Atópica, una iniciativa que está contribuyendo, muy eficazmente, a que sea visibilizada una patología que, desde luego, no es un problema menor, ni por su incidencia ni por los daños que provoca.  Asegurar una  hidratación adecuada y,  sobre todo, consultar con el dermatólogo y seguir estrictamente sus prescripciones, constituyen medidas imprescindibles para combatir esta afección.