¡Ponte en su piel!
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7 abril, 2016Fuente: Dermactual AEDV con la Dra. Isabel Aldanondo.
Junto con los fotoprotectores, conforman el equipo más eficaz a la hora de prevenir el fotoenvejecimiento cutáneo y evitar la oxidación celular.
El proceso del envejecimiento acarrea una reducción de la capacidad del organismo para defenderse de las agresiones. Hay dos teorías que tratan de explicar, de forma complementaria, las razones por las qué se envejece. Por una parte se trata de un proceso determinado genéticamente; en cada mitosis se produce una reducción de la longitud del telómero que finalmente alcanza una longitud crítica que desencadena la apoptosis. Por otra parte, el organismo sufre un daño ambiental acumulado debido a la generación de especies reactivas de 02 (ERO) por el metabolismo. La constatación de que las especies más longevas poseen mayor protección frente a las ERO y de que a mayor edad menor eficacia de los sistemas que nos protegen de ellas y mayor daño oxidativo, apoyan esta teoría.
Fotoenvejecimiento
En el caso del envejecimiento cutáneo hay una diferencia notable entre la forma de envejecer de la piel fotoexpuesta y de la que no lo es. Clínicamente, la piel no fotoexpuesta aumenta de laxitud con la edad, es más fina y carece de los signos de daño actínico (aumento de laxitud, despigmentación y pigmentación irregular, aspecto curtido, tono amarillento, telangiectasias, arrugas, tumores y enfermedad de Favre-Racouchot).
Histológicamente también se observa esta diferencia, que tiene como rasgo más característico el hallazgo de depósitos de elastina en cantidad proporcional a la exposición solar.
La radiación ultravioleta (UV) es el agente principal responsable de la formación de un fenotipo cutáneo envejecido.
Actúa de forma directa como agente mutagénico (especialmente la radiación UVB) e indirectamente a través de la generación de ERO (especialmente la radiación UVA) que reaccionan con el ADN, los lípidos y las proteínas dando lugar a efectos moleculares y genéticos, efectos sobre la pigmentación (hipomalanosis guttata, léntigos solares), alteraciones vasculares (telangiectasias), inmunosupresión local y sistémica, efectos sobre la matriz extracelular y fotocarcinogénesis.
A la defensiva
Los mecanismos fisiológicos por los que el organismo se defiende de la agresión de las ERO incluyen los antioxidantes enzimáticos y no enzimáticos, la reparación de las mutaciones del ADN y los mecanismos de apoptosis celular. Los antioxidantes no enzimáticos se caracterizan por constituir un grupo interactivo y coordinado en relación con su estructura química su posición en el tejido y su potencial REDOX relativo. Su función depende de la disponibilidad de los otros antioxidantes, y funcionan de forma sinérgica entre ellos. Tanto los antioxidantes enzimáticos como los no enzimáticos sufren, bien un detrimento de función, bien una depleción, tras la exposición a la radiación UV.
La Dra. Isabel Aldanondo nos comenta que:
Sí, son necesarios, hoy en día, el patrón de oro para protegerse de la radiación UV son los fotoprotectores (prevención primaria). Si embargo tienen limitaciones, como son la incapacidad para proteger en todo el espectro de radiación UV, la incorrecta aplicación por parte de los usuarios, la constatación de que dosis de radiación UV muy por debajo de las dosis eritema mínimas (DEM) son capaces de producir una sobrerregulación de mataloproteinasas (MMP), o reacciones fotoquímicas como el daño del ADN, la inducción del gen p53 y la inmunosupresión.
Por eso surge la necesidad de recurrir a tratamientos complementarios que contrarresten el estrés oxidativo. En este contexto se han introducido en el mercado múltiples antioxidantes, fisiológicos o de origen vegetal, que se administran por vía oral o tópica, para ser usados en la prevención secundaria del fotoenvejecimiento.
Para algunos expertos, la limitaciones de los fotoprotectores obligan a recurrir a los antioxidantes como una prevención secundaria del fotoenvejecimiento de la piel.