Nuria Valdeolivas Casillas, Alicia Cabrera Hernández. Servicio de Dermatología, Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Alcalá de Henares (Madrid).
El dermatofibroma (DF), también conocido como histiocitoma fibroso benigno, es un tumor cutáneo benigno muy frecuente, el cual, representa uno de los motivos de consulta habitual en la práctica diaria de un dermatólogo. Puede aparecer a cualquier edad y en ambos sexos, siendo más frecuente en mujeres entre la 3º y la 5º década de la vida. Aunque podemos encontrarlo en cualquier localización corporal es más común hallarlo en extremidades inferiores.
La mayoría de los autores consideran que el DF tiene un origen tumoral, pero otros apuntan hacia un carácter reactivo. Hay pacientes que refieren una picadura de insecto o un traumatismo previo a su aparición, lo que apoyaría la segunda teoría.
Clínicamente suele presentarse como una lesión de pequeño tamaño (entre 0,5 a 2cm), de consistencia firme, crecimiento lento y coloración variable que va desde marrón rojizo a azul-violáceo. Puede adoptar diferentes morfologías, desde una lesión aplanada (fig. 1) hasta un nódulo de consistencia dura, móvil y no adherido a planos profundos (fig. 2). La mayoría de las veces será una lesión única, pero también puede ser múltiple e incluso puede manifestarse como lesiones agrupadas. En pacientes inmunocomprometidos (VIH, receptores de trasplantes…) pueden aparecer multitud de DF de forma repentina. Suelen confundirse con “lunares”, cicatrices y quistes.
Figura 1. Lesión aplanada de color marrón localizada en la espalda.
Figura 2. Nódulo rosado de 1 cm de diámetro localizado en tórax.
A la exploración física es muy característico el llamado “signo del hoyuelo” (fig. 3): cuando el DF se pellizca lateralmente con los dedos, se produce un hundimiento de la lesión dando lugar a una depresión redondeada.
Generalmente no causa ningún síntoma, pero hay pacientes que comentan que les produce picor o incluso dolor.
Figura 3. Signo del hoyuelo positivo.
En la mayoría de las veces el diagnóstico es clínico, ya que la lesión es muy característica (“pápula rosada o nódulo marrón de pequeño tamaño localizado en extremidades inferiores con signo del hoyuelo positivo”) por lo que no es preciso realizar ninguna prueba complementaria. Si existen dudas su dermatólogo le realizará una biopsia para la confirmación histológica llevada a cabo por el servicio de Anatomía Patológica.
En ocasiones regresan dejando una zona ligeramente deprimida y con cambios en la pigmentación.
Puesto que se trata de un tumor benigno, no es necesario que su dermatólogo lo revise periódicamente.
Si la lesión cambia (crecimiento rápido, bordes mal definidos, incremento en la profundidad, recidiva tras la extirpación quirúrgica…) entonces sí que debemos consultar de nuevo.
Al tratarse de un tumor benigno en la mayoría de las veces no es necesario realizar ningún tratamiento. Cuando plantea problemas estéticos por el tamaño, se indicará extirpación quirúrgica. Hay que valorar que en alguna ocasión, sobre todo dependiendo de la localización, la cicatriz puede ser menos estética que la propia lesión.
Otros posibles tratamientos con resultados variables son: la criocirugía y el láser de dióxido de carbono (CO2). La criocirugía consiste en la aplicación de nitrógeno líquido sobre la lesión durante un tiempo determinado; el objetivo final es producir la destrucción de células mediante ciclos de congelación. En la práctica médica suele emplearse para el tratamiento de verrugas vulgares, fibromas, queratosis seborreicas… obteniendo buenos resultados cosméticos. Su empleo en el DF puede disminuir el tamaño y aclarar el color del mismo. El láser CO2 es muy utilizado en estética para eliminar arrugas y los signos del fotoenvejecimiento. Mediante la emisión de una determinada longitud de onda provoca la destrucción de algunas capas de la piel. Es un tratamiento bien tolerado, que como efecto secundario, puede producir enrojecimiento transitorio de la zona tratada. Estos dos tratamientos pueden ser menos efectivos que la cirugía convencional en lograr la desaparición definitiva de esta lesión, siendo más alto el índice de recurrencias.
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