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31 enero, 2017Irrupción de las terapias relacionadas con la clonación
8 febrero, 2017La Comisión Europea acaba de publicar un informe en el que recuerda algunas precauciones que deben adoptar quienes han decidido tatuarse la piel.
Advertencias muy oportunas, dada la peligrosa (y, frecuentemente, interesada) tendencia a considerar los tatuajes como una cuestión meramente estética, sin tener en cuenta las implicaciones sobre la salud.
Utilizar la piel como escaparate pictórico es una práctica antigua, actualmente incentivada por el auge del culto a la imagen.
Nada menos que uno de cada diez europeos utiliza esta fórmula expresiva que, en algunos casos, eleva a la categoría de arte.
El 20% de los tatuados son jóvenes, con mayor incidencia en el ámbito femenino. Es, precisamente, en las edades más tempranas cuando la decisión de tatuarse corre el riesgo de ser adoptada de modo impulsivo, sin tener en cuenta los riesgos ni tomar en consideración el hecho de que un capricho puntual deberá soportarse de por vida.
Las precauciones sobre este tipo de intervenciones en la piel no deben limitarse únicamente a la cualificación de quienes la realizan, la imprescindible higiene y la calidad de los centros.
El informe de la Comisión Europea alerta también sobre la idoneidad de los materiales utilizados en el proceso.
Y resulta preocupante la constatación de que tan sólo el 30% de los colorantes empleados en las tintas disponen de la autorización para usos cosméticos.
Algunos de estos colorantes son seleccionados exclusivamente por su capacidad para proporcionar más brillo a los dibujos, circunstancia que hace compartir su utilización con ámbitos tan distintos de la piel como los plásticos, la ropa o los automóviles.
España es el único de los países de la Unión Europea que ha establecido un listado de tintas positivas para la práctica del tatuaje, según reconoce este informe.
Es un detalle muy positivo, que debe ser correspondido con el protagonismo de los dermatólogos en la prevención de los riesgos y las implicaciones sanitarias de la práctica del tatuaje.
Como especialistas de la piel, estamos obligados a protegerla, circunstancia que en modo alguno debe situarnos como enemigos de la estética, sino como defensores de su auténtica belleza, que parte, inexorablemente, de su estado sano.