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29 abril, 2024Resulta comprensible que una buena parte de los seres humanos no se conformen con su aspecto físico y pretendan mejorarlo, utilizando para ello todos los recursos a su alcance. De hecho, la búsqueda de la belleza (en todos los ámbitos) constituye una aspiración tan antigua como la vida misma.
Sin embargo, como ocurre en otros muchos aspectos, la obsesión por alcanzar un objetivo a toda costa, sin reparar en los límites que la realidad o la lógica elemental imponen, puede entrañar riesgos muy considerables.
En el caso de la piel, estos riesgos comienzan por la propia elección de la persona a quien se encomienda la mejora que se pretende alcanzar. La única solución con garantías pasa, inexcusablemente, por confiar en el especialista adecuado, en este caso el dermatólogo. Porque la dermatología estética es una especialidad que exige un profundo conocimiento de la piel, para que la intervención, en lugar de una mejora, no derive en un auténtico desastre. De hecho, en torno al 15 por ciento de las consultas a un especialista en dermatología estética se deben a la necesidad de reparar las consecuencias de malas prácticas anteriores.
El culto a la imagen, característico de la sociedad actual, ha generado un mercado suculento, al que han accedido o pretenden acceder muchas personas sin la formación adecuada y atraídas por el acicate de un beneficio rápido. Así proliferan los productos y tratamientos supuestamente milagrosos, que constituyen un cebo para personas tan incautas como impacientes y que acaban pagando muy cara su precipitación.
La dermatología estética española goza de un merecido reconocimiento internacional. Gracias a la alta cualificación de sus especialistas y al esfuerzo inversor de la industria, se ha logrado consolidar una oferta con sólidas garantías. Y apoyada en un bagaje científico muy lejos de soluciones falsamente milagrosas.
La consulta al dermatólogo, que es el especialista en el cuidado de la piel, resulta imprescindible ante cualquier intervención estética. Quizá el rigor profesional enfríe algunas expectativas fantasiosas, pero el resultado final será mucho más satisfactorio, La ciencia no hace milagros, pero su ayuda resulta decisiva para lograr la mejora estética. Mejora que preserva la salubridad de la piel y no provoca deterioros cuyas consecuencias, a veces, son difíciles de reparar.