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27 enero, 20161. Dermatitis atópica
Celia Sanchis Sánchez, Sofía de Asís Cuestas, Mª Pilar Pérez García, Sergio Santos Alarcón, Almudena Mateu Puchades. Servicio de Dermatología, Hospital Universitario Doctor Peset (Valencia).
2. ¿Qué es la dermatitis atópica?
La dermatitis atópica, también denominada eczema atópico, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que aparece fundamentalmente en niños. Es benigna y no contagiosa. Suele iniciarse en la infancia y en general mejora con la edad, aunque puede persistir en la edad adulta o incluso iniciarse en esta época de la vida. Es un trastorno muy común y cada vez más frecuente, sobre todo en los países desarrollados, que afecta por igual a ambos sexos.
3. ¿A qué es debida?
La causa sigue siendo desconocida, aunque en su aparición intervienen factores genéticos (predisposición familiar), ambientales y del sistema inmunológico. Aunque hoy en día no es posible predecir si una persona va a presentar esta enfermedad, sí que se sabe que aquellas con antecedentes familiares de dermatitis atópica, rinitis alérgica, conjuntivitis alérgica o asma tienen más probabilidades de padecerla.
4. ¿Cuáles son los síntomas?
Se caracteriza por la combinación de tres síntomas fundamentales: piel seca (xerosis), picor (prurito) y lesiones eczematosas (inflamación de la piel, con enrojecimiento y descamación). La enfermedad suele cursar en forma de brotes, con empeoramiento de los síntomas con el uso de irritantes (como por ejemplo la lana o los detergentes), el estrés, el frío o el sudor.
La localización de las lesiones varía en función de la edad:
- En niños menores de dos años, las lesiones predominan en la cara, sobre todo en las mejillas, respetando las zonas de alrededor de los ojos, nariz y boca.
- En mayores de dos años y hasta la pubertad, las lesiones tienden a situarse en los pliegues, de forma simétrica, sobre todo detrás de las rodillas y delante de los codos.
- En los adultos, sin embargo, la localización es más variable, aunque es típica la afectación de los párpados.
Además, el tipo de lesiones también es diferente según la edad:
- En la infancia suelen observarse lesiones eczematosas denominadas agudas, que se caracterizan por enrojecimiento, hinchazón, exudación y formación de vesículas o ampollas, predominando las lesiones “húmedas”.
- En los adultos, predominan las lesiones “secas”, con descamación, engrosamiento de la piel (liquenificación) y formación de grietas o fisuras, lo que se denomina eczema crónico.
La complicación más frecuente es la infección de las lesiones, generalmente por bacterias como el Staphylococcus aureus. Esta se produce por la entrada de microorganismos en la piel debido, por un lado, a la pérdida de su función normal de barrera a causa de la inflamación y, por otro lado, al rascado mantenido por el picor. Además, el rascado continuo ocasiona, a largo plazo, un engrosamiento de la piel con acentuación de los pliegues normales de la misma (proceso que se conoce como liquenificación). Por todo ello, el control del picor es uno de los pilares básicos del tratamiento, como veremos a continuación.
5. ¿Cómo se diagnostica?
Para llegar al diagnóstico suele ser suficiente con la historia clínica y un examen físico completo, aunque en algunos casos puede ser necesario realizar analíticas de sangre, pruebas de alergia o tomar muestras de piel (biopsia) para analizarlas con el microscopio.
6. ¿Qué tratamientos existen?
No existe ningún tratamiento que cure definitivamente la enfermedad, pero disponemos de distintas opciones, dependiendo de la gravedad de las lesiones, que ayudan a evitar y mejorar los brotes. A la hora de elegir el tratamiento más adecuado en cada caso, se han de tener en cuenta algunos factores como la edad del paciente, su estado general de salud, la intensidad, extensión y localización de las lesiones, así como la respuesta a tratamientos previos.
En cualquier caso, la piel de los pacientes con dermatitis atópica es más seca y más irritable que la piel normal, por lo que requiere unos cuidados especiales, incluso en la ausencia de lesiones. Para ello, el paciente o sus padres (en el caso de los niños) juegan un papel muy importante, siendo fundamental seguir las siguientes recomendaciones, con el fin de evitar los brotes o controlar los síntomas una vez aparecen.
6.1. Recomendaciones generales
- Realizar duchas cortas (máximo 10 minutos) una vez al día con agua tibia, evitando baños largos o con agua caliente.
- Utilizar jabones suaves, neutros, con alto contenido en aceite (“extragrasos”) y sin perfumes.
- Evitar la fricción excesiva o el uso de esponjas ásperas.
- Hidratar la piel a diario mediante la aplicación de cremas hidratantes (emolientes), preferentemente tras la limpieza de la piel, con la piel húmeda. La vaselina líquida es una buena opción, aunque su médico le indicará jabones y cremas especiales para pieles atópicas.
- Cortar bien las uñas y mantenerlas limpias para evitar infecciones por el rascado.
- Usar preferiblemente ropa de algodón o de fibras naturales, evitando materiales sintéticos o la lana.
- Evitar cubrir excesivamente la piel, ya que el sudor puede empeorar los síntomas.
- Evitar el uso de detergentes, suavizantes y otros productos irritantes. Puede lavar la ropa a máquina pero aclárela bien con un centrifugado extra.
- Se recomienda utilizar guantes para realizar las tareas domésticas.
- En los bebés, cambiar los pañales cuando éstos estén húmedos.
- No hay ningún alimento contraindicado en la mayoría de los casos. No obstante, si nota empeoramiento tras comer algún alimento, consúltelo con su Dermatólogo.
- Evitar el exceso de calor y cambios bruscos de temperatura. La temperatura ideal está alrededor de los 20ºC.
6.2. Tratamientos específicos
En cuanto a tratamientos específicos, los pacientes con formas leves o moderadas (la mayoría) pueden ser tratados con cremas (tratamiento tópico), reservando para los casos de mayor gravedad el tratamiento sistémico (por vía oral). Los fármacos más utilizados son:
- Corticoides tópicos (cremas): ayudan a disminuir la inflamación y el picor. Deben utilizarse con cautela ya que pueden tener efectos secundarios. Siga las recomendaciones de su Dermatólogo en cuanto a cantidad y duración del tratamiento.
- Antihistamínicos: son medicamentos utilizados para controlar el picor. Pueden darse en pastillas o jarabe. Es importante advertir a los pacientes de que algunos pueden producir sueño.
- Corticoides orales: son muy útiles cuando existen brotes intensos. Deben utilizarse el menor tiempo posible por la posibilidad de producir efectos secundarios.
Además, existen otras alternativas de tratamiento, tanto tópico como sistémico, para el tratamiento de esta enfermedad. Su médico le aconsejará cual es la mejor opción en su caso.