La belleza de la piel, todo un antídoto

No cabe duda de que atravesamos momentos oscuros. Después de una pandemia (que todavía no ha sido doblegada totalmente), la crisis económica ha obligado a muchos ciudadanos a importantes renuncias y provoca numerosas incertidumbres de cara al futuro. A ello se añaden conflictos armados, que amenazan con una guerra nuclear, que es tanto como decir la extinción de una parte, o quizá de todo el planeta que habitamos.

En estas situaciones tan difíciles, resulta necesario hacer acopio de valor para no dejarse invadir por la angustia o el pesimismo. La sabiduría del viejo refrán aconseja, muy gráficamente, poner buena cara al mal tiempo que nos azota. Y, afortunadamente, parece que son muchos los ciudadanos que han decidido seguir esta recomendación, invirtiendo en la mejora de su aspecto. Mejora que, naturalmente, empieza por el cuidado de la piel, que es la frontera de nuestro cuerpo con el exterior.

Resulta curioso que, a pesar de la reducción del poder adquisitivo provocada por la crisis, muchos ciudadanos mantengan su gasto en productos que ayuden a mejorar su imagen. Una sabia decisión, ya que la búsqueda y promoción de la belleza constituye un buen antídoto para enfrentarse a un mundo hostilmente feo. Es mucho más sano y acertado el combatir la desgracia (en la medida de nuestras fuerzas) que no dejarse arrastrar por ella, hundiéndose en el abatimiento y la depresión.

En lo que respecta a la piel, conviene subrayar que la belleza de la piel comienza, inexcusablemente, por su estado saludable.  Para conseguir una piel sana y bella, es necesario ser riguroso y constante en su cuidado, procurándole beneficios y evitándole agresiones y riesgos. Y lo más seguro y eficaz es visitar periódicamente la consulta del dermatólogo, para establecer una estrategia adecuada de prevención y tratamiento.