La Fundación Piel Sana de la AEDV firma un acuerdo con MADCUP
28 diciembre, 2023Teledermatología, una herramienta útil frente al melanoma
31 enero, 2024Una vez finalizadas las fiestas navideñas, con sus bulliciosas bienvenidas al nuevo año, la normalidad regresa, con sus obligaciones y rutinas cotidianas. Durante el paréntesis festivo, se han roto frecuentemente las disciplinas habituales, desde los excesos en las comidas y el abuso en las bebidas, hasta al desorden horario, restando horas al sueño y anteponiendo el objetivo de divertirse a cualquier norma.
La recuperación de las rutinas saludables, aunque dura, suele ir imponiéndose, con ritmos muy diversos, en función de la fuerza de voluntad de las personas. Se puede empezar por la eliminación (o, al menos, reducción sustancial) de un hábito muy nocivo, como es el consumo de tabaco, ya que es un gran favorecedor del envejecimiento de la piel. Este consumo provoca el conocido como síndrome o cara del fumador, que se traduce, cuándo este hábito alcanza los diez o más años, en arrugas muy marcadas, piel atrofiada, opaca o grisácea y más seca. También provoca un cabello reseco y quebradizo, dificultad en la cicatrización, además de favorecer el cáncer de piel.
Una alimentación sana y equilibrada resulta muy beneficiosa para el cuidado de la piel. No se debe abusar del consumo de sal y grasas saturadas, se debe beber agua en abundancia y hacer un uso moderado del alcohol. El ejercicio físico acorde con la edad y las capacidades de quien lo practica, así como el control del estrés, una buena higiene y una hidratación adecuada contribuyen notablemente a preservar la salud de la piel y a retrasar su envejecimiento. El sol puede ser un buen amigo de la piel y un enemigo mortal, depende de cómo se le trate. Con una exposición adecuada, el astro rey aporta la síntesis de la vitamina D, una importante acción antidepresiva y hasta es capaz de embellecer la piel, con un atractivo bronceado. Pero, sin las debidas precauciones (el fotoprotector es el cosmético más saludable), puede acarrear quemaduras, irritación, envejecimiento prematuro y la aparición del melanoma, un cáncer que puede llegar a ser mortal.