Técnicas de trasplante de pelo
7 marzo, 2016Dermatomiositis
14 marzo, 2016El lupus eritematoso cutáneo es el lupus eritematoso que afecta a la piel. El lupus eritematoso es una enfermedad autoinmune. Ello significa que el sistema inmune sufre un cierto desorden y puede atacar a diversos órganos y sistemas. En el lupus eritematoso cutáneo el órgano que se ataca es la piel. Es una enfermedad crónica para la que no existe un tratamiento curativo pero en la que sí es posible controlar los síntomas y conseguir la remisión de la enfermedad por periodos de tiempo prolongados. La causa real es desconocida pero se supone que existiría una cierta predisposición genética sobre la que podrían actuar diversos factores desencadenantes. En el caso del lupus cutáneo el sol es uno de los principales factores que podría actuar como desencadenante o agravante. Algunos medicamentos, a veces, también pueden actuar como desencadenantes de algunos de los tipos de lupus cutáneo (lupus subagudo).
El lupus eritematoso suele aparecer entre los 20 y los 50 años y con más frecuencia afecta a las mujeres. Puede incrementar algo el riesgo de tener lupus si hay antecedentes de un familiar directo con historia de lupus u otra enfermedad autoinmune.
Las lesiones que pueden aparecer en la piel son muy variadas.
Se identifican cuatro tipos principales:
1) Lupus eritematoso cutáneo agudo (“lupus cutáneo agudo”),
2) Lupus eritematoso cutáneo subagudo (“lupus subagudo”),
3) Lupus eritematoso cutáneo crónico (“lupus discoide”) y
4) Lupus túmido.
Todos los pacientes con lupus en la piel deben estudiarse con el fin de descartar la afectación en algún otro órgano como las articulaciones, el riñón, la sangre o los pulmones, entre otros. Estas complicaciones pueden estar presentes en el momento del diagnóstico o bien aparecer a lo largo de los años. El riesgo de desarrollar enfermedad más allá de la piel dependerá del tipo de lupus eritematoso cutáneo que el paciente presente. Si es un lupus cutáneo agudo casi siempre habrá enfermedad sistémica acompañante. Si se trata de un lupus subagudo, discoide o túmido a menudo la enfermedad se limita a la piel. En el lupus subagudo hasta el 50% de los casos pueden desarrollar inflamación de las articulaciones. Por tanto, es importante subrayar que aunque todos los pacientes con lupus eritematoso cutáneo requieren un seguimiento, la mayoría con un lupus subagudo, discoide o túmido no presentarán enfermedad interna relevante.
Síntomas
El lupus cutáneo agudo se manifiesta como un eritema en el dorso de la nariz y las mejillas (por su forma se llama “eritema en alas de mariposa”). En el lupus subagudo las lesiones rojizas se presentan sobre las áreas de piel mas expuestas al sol y, a menudo, tienden a formar círculos o bien descaman y se asemejan a la psoriasis. Mejoran o incluso desaparecen en invierno. En el lupus discoide las lesiones rojizas son persistentes a lo largo de todo el año y tienden a dejar cicatrices. Suelen aparecer en la cara, los pabellones y el cuero cabelludo. En esta última localización el pelo puede caer de forma definitiva. Algunos pacientes pueden notar dolor o picor.
Diagnóstico
El dermatólogo hará una exploración completa de la piel y preguntará acerca de su historia médica personal y familiar. Hará una biopsia de piel con el fin de confirmar el diagnóstico y solicitará unos análisis de sangre y orina. Estos análisis se repetirán de forma anual con el objeto de conocer si existe afectación en otros órganos internos. Puede recomendar la visita a otro especialista (reumatólogo o internista) si hay sospecha de que el lupus esté lesionando la articulación u otro órgano interno.
Tratamiento
La finalidad del tratamiento es mejorar la apariencia de la piel, limitar la formación de cicatrices y evitar la aparición de lesiones nuevas. Se inicia con la protección al sol que debe hacerse mediante el uso diario de cremas protectoras del sol (siempre de alta protección, con un factor +50), además de ropa poco escotada y sombreros de ala ancha. Es importante, en caso de ser fumador, dejar este hábito pues el tabaco empeora la enfermedad tanto cutánea como sistémica. El tratamiento médico consiste en la aplicación de cremas de cortisona y la toma de un medicamento que se llama hidroxicloroquina o cloroquina. Si la enfermedad en la piel sigue activa a pesar de todas estas medidas, su médico puede considerar otros medicamentos.