Ahora que sales a la calle, protege tu piel y evita la quemadura
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8 mayo, 2020A estas alturas de la pandemia, la gran mayoría de personas sabe que tener fiebre, tos o dificultad para respirar no son los únicos síntomas que hacen sospechar de estar contagiado del nuevo SARS-CoV-2. Se sabe que la falta de olfato o gusto o que ciertas manifestaciones en la piel también son signos que hacen sospechar seriamente de tener COVID-19. Pero ¿estamos al tanto del resto de síntomas? La respuesta estará al final de la información.
Desde el principio de esta pandemia, que ha dejado ya más de 240.000 muertes y más de 3,5 millones de afectados en todo el mundo, se tuvo claro desde la ciencia y la medicina que había que, además de luchar por salvar la vida de los enfermos, investigar este virus y su forma de actuar. A través de estudios científicos, se está poniendo sobre el papel muchas de sus características. Y, aunque todavía queda mucho por saber, ahora se va conociendo más de este patógeno.
Una de las series de pacientes analizada y publicada recientemente en la revista JAMA ha sido la de un grupo de hospitales de Nueva York. Tras evaluar los datos de 5.700 pacientes con COVID-19 confirmada por PCR, se observó que sólo un tercio presentaba fiebre al acudir al hospital y un 17,3% tenía taquipnea, es decir, mayor número de respiraciones por dificultad respiratoria. La tasa de infección simultánea por otro virus se dio en tan solo el 2,1% de los enfermos.
Infecciones desapercibidas
Esta variabilidad en los síntomas puede ser el motivo de que muchas de las personas afectadas pasaran desapercibidas sobre todo al inicio de esta pandemia. Según los datos de un estudio publicado en la revista Science, una estimación realizada a través de un modelo matemático señala que hasta el 86% de los casos pudieron pasar desapercibidos en China antes del 23 de enero. Lo que explicaría la rápida expansión geográfica del SARS-CoV-2.
Así pues, la recopilación de datos ha ido ayudando a conocer los motivos de la expansión de esta infección y cómo el virus afecta al cuerpo humano, tal y como se detalla en un editorial publicado en The British Medical Journal. Si bien los síntomas respiratorios fueron los más llamativos al principio, luego se han ido detectando otros como los síntomas gastrointestinales que se ven entre el 2 y el 40% de los pacientes, siendo la diarrea la manifestación inicial de la infección. Se ha detectado carga viral en las heces, a veces en niveles altos, lo que aumenta la posibilidad de que pueda ser una vía de contagio: transmisión fecal-oral.
Alteraciones del olfato o del gusto se han registrado en el 53% de los casos en un estudio italiano, sobre todo la anosmia, es decir, la pérdida de olfato. También se ha registrado por resonancia magnética en una mujer con COVID-19 confirmado, la obstrucción inflamatoria de la hendidura olfatoria sin alteración del bulbo olfatorio.
Las manifestaciones cutáneas también son otro de los síntomas que han sido detectados por diferentes estudios y que, recientemente, han clasificado en el estudio CovidPiel. Estos problemas dermatológicos que van desde alteraciones tipo urticaria, vesículas, pseudosabañones, manchas o pápulas, entre otras, se dan incluso en pacientes sin otro tipo de síntomas de COVID-19.
Estudios recientes de China y EEUU describen otros síntomas neurológicos que van desde ictus isquémicos o hemorrágicos, cefalea, síndrome de Guillain-Barré o encefalopatía aguda necrosante. Por tanto, según señala el editorial de BMJ, se debería realizar prueba diagnóstica de SARS-CoV-2 a las personas que presenten problemas neurológicos agudos durante la pandemia.
También los problemas cardiovasculares han sido asociados a la COVID-19 y entre ellos se incluyen los daños miocárdicos, especialmente entre pacientes graves, como la miocarditis y la miopericarditis con función sistólica reducida, arritmias e insuficiencia cardiaca, entre otros. Probablemente, también este virus puede aumentar el riesgo de eventos trombóticos como embolias pulmonares ya que se ha asociado a un estado de hipercoagulabilidad. Por tanto, el dolor en el pecho tendría que hacer sospechar de la infección por SARS-CoV-2.
También se están dando manifestaciones oculares como la hiperemia conjuntival (enrojecimiento de la conjuntiva) y aumento de secreciones, algo que se ha detectado hasta en el 32% de un grupo de pacientes evaluados en China, por lo que consideran que el virus podría detectarse en las lágrimas.
Niños y persona mayores
La COVID-19 es especialmente difícil de diagnosticar en niños y en personas mayores. Los primeros porque presentan síntomas muy inespecíficos y vagos mientras que en los segundos la infección se puede enmascarar con otros problemas de salud. Un retraso en el diagnóstico en personas mayores tiene graves consecuencias ya que aumenta la mortalidad y la posibilidad de transmisión dentro de los lugares donde estén ingresados.
Sin una vacuna, la detección de todos los casos es vital para no generar nuevas infecciones. Tener presente todos los síntomas vinculados a la infección es fundamental para poder acudir rápidamente al médico. No se sabe cuál es el riesgo de transmisión de personas con pocos o ningún síntoma en comparación con aquellas con síntomas destacados. Lo que sí parece es que la carga viral se detecta tanto en unas como en otras, lo que podría sugerir que todas son potencialmente transmisoras, según los datos de un estudio publicado en The New England Journal of Medicine.
La realización de tests diagnósticos a una gran población, la detección de las infecciones y el aislamiento de los casos confirmados junto con la cuarentena de las personas que hayan tenido un contacto estrecho será la única manera de frenar la expansión de esta infección señala el editorial de la revista BMJ. Por tanto, ahora que ya salimos a la calle, es vital mantener la distancia social, evitar tocar superficies, llevar (siempre que se pueda) mascarilla, ser delicadamente extremados en la limpieza al regresar a casa y, ante cualquier síntoma, llamar al teléfono habilitado en su comunidad.