¿Cuánto tiempo puede permanecer el SARS-CoV-2 en una mascarilla?
8 abril, 2020La epidemia que salvó vidas
17 abril, 2020La presencia del coronavirus ha alterado profundamente nuestro modo de vida, afectando, no sólo al cuerpo sino también a la mente, debido a las notables imbricaciones psicológicas provocadas, principalmente, por el prolongado confinamiento impuesto para evitar la propagación de la pandemia.
Seguramente la piel, como órgano más extenso del cuerpo humano, no constituye una excepción a las numerosas afecciones de esta nueva y peligrosa afección vírica.
Por eso resulta encomiable y de gran interés el estudio COVID-Piel, en el que colabora activamente la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y que está recibiendo una excelente respuesta por parte de los dermatólogos españoles, con el suministro de valiosos datos para la confección del informe descriptivo.
Los investigadores principales de este estudio pionero, cuyo objetivo es categorizar la semiología cutánea y analizar su valor diagnóstico y pronóstico, son los académicos Alba Catalá Gonzalo, del Hospital Plató, de Barcelona; Gregorio Carretero Hernández, del Hospital Universitario Gran Canaria Doctor Negrín; y Cristina Galván Casas, del Hospital Universitario de Móstoles (Madrid).
El proyecto COVID-Piel, que ha sido aceptado por la Agencia Española del Medicamento, el Registro de la plataforma europea ENCEPP y el Comité de Ética de la Investigación, contará con el asesoramiento de la Unidad de Investigación de la Fundación Piel Sana de la AEDV.
La Academia y los dermatólogos españoles han mostrado su sensibilidad para contribuir a la resolución de un problema sanitario que nos afecta a todos. Este estudio pionero constituirá un pilar de la literatura científica sobre esta nueva pandemia, cuyos efectos aún deben ser descritos con nitidez en varios ámbitos, entre ellos el dermatológico.
Sólo queda esperar que el reconocimiento actual a médicos, personal sanitario e investigadores permanezca en el tiempo, ya que su labor resulta decisiva para la salvaguarda del mayor capital humano, que es la propia vida.