Los retos del Euromelanoma
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27 mayo, 2024Los dermatólogos veteranos nos hemos visto obligados a estudiar y tratar patologías y riesgos desconocidos en los años en que iniciamos el ejercicio de la profesión. A ello se ha unido la imprescindible adaptación a las nuevas tecnologías, cuya irrupción ha supuesto un cambio sustancial, al aportar nuevos y valiosos instrumentos para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades dermatológicas.
La propia sociedad ha experimentado también una profunda transformación, motivada por la llegada del sistema democrático y la mejora del nivel de vida, lo que se traduce, a nivel práctico, en nuevas expectativas, riesgos y necesidades que profesionales y especialistas están obligados a atender.
Uno de estos riesgos es la cosmeticorexia, término que se corresponde con la adicción a cosméticos por parte de un considerable número de personas, debido a la enorme importancia que la sociedad actual concede a la imagen. Esta utilización debe ser vigilada estrechamente por un dermatólogo, especialmente en el caso de los adolescentes. Este
segmento de población tiende a un empleo de elementos estéticos sin control, frecuentemente innecesarios cuando no abiertamente contraproducentes. Es el caso, por ejemplo, de los productos para la piel con activos, que deben ser seleccionados por el especialista y, generalmente, ser limitados a casos de acné, eczema o psoriasis.
Frente a esta corriente, se sitúa el movimiento denominado “skinimalismo”, que propugna la adopción de una estrategia de cuidados faciales basada en unos pocos productos que sean realmente necesarios
para garantizar la belleza de la piel. La cuestión reside en determinar cuáles son los cosméticos adecuados, algo que únicamente el dermatólogo puede decidir con fiabilidad, ya que se trata del especialista adecuado.
El mundo de la cosmética genera una fuerte demanda, lo que atrae, en ocasiones, a algunas personas que, sin la preparación científica suficiente, ofrecen productos y tratamientos supuestamente milagrosos.
Interesadamente se ha tratado de vender la idea de que los dermatólogos están poco interesados en la estética, lo cual es radicalmente falso.
Únicamente el dermatólogo puede diseñar la estrategia eficaz para conseguir una piel bella, que empieza por asegurar su buen estado sanitario.