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28 febrero, 2022Uno de los efectos colaterales más peligrosos de la pandemia, que todavía sufrimos, reside en el abandono de elementos que daban sentido a nuestra vida o la hacían más agradable. Uno de estos elementos es, sin duda, el cuidado por la imagen personal, que viene a expresar, ante los demás, nuestro estado de ánimo, que es tanto como decir nuestra actitud ante la vida. Frecuentemente, el abandono en lo físico trasluce la incapacidad para superar pérdidas que nos ayudaban a que nuestra existencia fuera feliz o, cuando menos, soportable.
Algunas personas orientan el cuidado de su imagen exclusivamente en función de la opinión ajena y, al producirse el confinamiento, tienden a descuidarse. Debieran corregir este erróneo planteamiento, ya que lo correcto es la búsqueda de sentirse a gusto consigo mismo. Quien vive esclavo de la aprobación de los demás, tiene muy difícil acertar en sus decisiones.
La piel, para ser bella, primero debe estar sana. Esta relación resulta imprescindible y, antes de pensar en agradar a los demás, las actuaciones deben ser sometidas a la propia satisfacción y al criterio del dermatólogo, que es el especialista adecuado para calibrar la salubridad y la estética del órgano más extenso de nuestro cuerpo. Cuando se recurre a otros criterios (el consejo de un amigo, un producto o tratamiento supuestamente milagrosos, etc), el resultado suele ser un desastre, que luego tendrá que arreglarse en la consulta del especialista. Es oportuno tener en cuenta estas sencillas ideas, para ahorrarse disgustos y dinero.