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27 noviembre, 2024El culto a la imagen, característico de la sociedad actual, ha otorgado un notable protagonismo a la estética. Y la piel, que es el órgano más extenso y visible de nuestro cuerpo, constituye uno de los soportes preferidos para todo tipo de actuaciones relacionadas con la belleza.
La pintura, el tatuaje o las incisiones (piercing) han utilizado la piel para sus creaciones desde tiempo inmemorial. No siempre con el objetivo de embellecerla; en las civilizaciones antiguas se empleaba para intimidar a los enemigos, como distintivo mágico o para colgar amuletos que, supuestamente, atrajeran la buena suerte hacia sus portadores.
Actualmente, estas tres formas de intervención sobre la piel son el centro de lucrativos negocios, que no siempre actúan cuidando el bienestar del órgano más extenso y vulnerable de nuestro cuerpo. Por ello resulta imprescindible que este tipo de actuaciones sean supervisadas por el especialista adecuado, en este caso el dermatólogo. Y debemos subrayar que ,incluso desde el punto de vista estético, lo fundamental es conseguir y preservar una piel sana, ya que difícilmente puede haber belleza en una piel enferma y dañada.
El uso de cosméticos se halla tradicional y estrechamente ligado al reforzamiento de la belleza, tanto femenina como masculina. La industria ha dedicado esfuerzo y dinero para eliminar o minimizar el impacto negativo sobre piel, pero la consulta al dermatólogo aportará seguridad y eficacia.
Respecto a los tatuajes, los riesgos se derivan, sobre todo, de una mala aplicación de la técnica o del tipo de material que se utilice. El consejo y la dirección del dermatólogo, antes de la práctica de un tatuaje, resultan imprescindibles. Y, en el caso del piercing, hay que subrayar que pueden ser causa frecuente de infecciones, por lo que su práctica ha de ser estrechamente vigilada. El dermatólogo, que no es enemigo sino defensor de la verdadera estética, debe ser consultado previamente, para evitar complicaciones y disgustos.