La solidaridad es uno de los rasgos distintivos fundamentales de la dermatología española
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6 junio, 2016Todos los conocimientos y avances técnicos o tecnológicos que se logran en el ámbito de la medicina han de tener al paciente como protagonista indiscutible. Porque el objetivo irrenunciable de un médico es curar la enfermedad, aliviar el sufrimiento y preservar, hasta donde sea posible, la vida del paciente.
El Congreso Nacional de Dermatología 2016 ha querido subrayar este planteamiento, e incluyó en su programa una jornada especial para acercar la especialidad a la población, a los enfermos, a las organizaciones que los representan y a cuantos, de una u otra forma, intervienen en la relación entre médico y paciente.
Se trata de constatar un vínculo que, aunque tan antiguo como el dolor y el esfuerzo de quien pretende aliviarlo, se ha ido enriqueciendo a través de factores que lo hacen cada vez más complejo. Una complejidad (social y tecnológica) que obliga a los dermatólogos a tener en cuenta a todos los intervinientes, para que el proceso de atención y curación sea más efectivo y aporte la máxima calidad de vida a los beneficiarios, esto es, a la población general susceptible de ser atendida, en uno u otro momento de su existencia.
Esta iniciativa de celebrar una jornada de auténticas “puertas abiertas”, en la que los dermatólogos acercan sus conocimientos a la sociedad, supone un gran acierto. Y viene a demostrar, muy gráficamente, la voluntad solidaria de la AEDV, magníficamente secundada por el profesor Mariano Ara, el director de esta Fundación piel Sana, el Dr. Jorge Soto y el Comité Organizador del 44º Congreso Nacional de Dermatología.
La jornada de apertura a la población (atendiendo a una compleja estructura en la que intervienen desde asociaciones de pacientes a sanitarios, educadores o medios de comunicación social) constituirá una de las señas de identidad de este Congreso. La acertada decisión de involucrar a todos cuantos pueden hacer más amplia y eficaz la labor del especialista expone la sensibilidad de los dermatólogos españoles ante las demandas del tejido social.
Y viene a subrayar que, en su actividad profesional como médicos, el paciente, como siempre, es lo primero.
Como gratificante añadido, el hecho de que la sede de esta Jornada tuviese por marco el Aula Magna de la antigua Facultad de Medicina de Zaragoza, me trae los entrañables recuerdos de un alumno al que los años han convertido en un dermatólogo veterano.