La estética de la piel
12 noviembre, 2024Al Igual que ocurrió en la epidemia del COVID, una vez finalizado el estado de shock y cuando se empieza a restablecer, paulatina y precariamente, la normalidad, afloran ya consecuencias de la catástrofe que, en un primer momento, nadie había tenido tiempo de tomar en consideración. Sin embargo, estos, por definirlos de alguna manera, efectos colaterales, son los que perduran y, por ello, suelen exigir una atención más prolongada.
La piel, como órgano más extenso del cuerpo humano y más expuesto a las agresiones procedentes del exterior, ha sido (y todavía está siendo) una de las partes más afectadas en el tiempo inmediatamente posterior a las terribles inundaciones ocurridas en Valencia. Las tareas de reconstrucción requieren deshacerse de cientos de toneladas de barro, un medio en el que se desarrollan multitud de microorganismos que incentivan el riesgo de infecciones. Paralelamente, la humedad prolongada favorece la aparición de hongos y su propagación.. Por todo ello, deben reforzarse las medidas de higiene y protección, imprescindibles en un entorno donde la piel está sometida al riesgo de golpes, cortes o rozaduras.
Puede que, a la vista de la magnitud de los daños provocados por la catástrofe, estos efectos colaterales parezcan poco menos que irrelevantes. Pero, junto al impacto psicológico, resulta evidente que dejarán su huella y que descuidar su atención agravaría los daños en el futuro. Restablecer el equilibrio físico y espiritual tras la tragedia constituye una tarea difícil, pero absolutamente imprescindible para disfrutar de nuevo de una auténtica normalidad. La piel también ha sido víctima y sólo los cuidados prescritos por el especialista adecuado, el dermatólogo, le ayudarán a reponerse satisfactoriamente.