Dermatólogos y asociaciones de pacientes ofrecen un “Encuentro Derma” sobre cuidado de la piel y estética en Santiago de Compostela
4 mayo, 2023La Feria del Libro de Madrid inaugura su 82ª edición tras ser declarada ‘Espacio Dermosaludable’
26 mayo, 2023Mientras todas nuestras fuerzas estaban ocupadas en combatir los terribles impactos de la pandemia, desaparecía la preocupación por el cuidado y la protección ante otros agresores que, erróneamente, llegamos a considerar como poco importantes. Ahora, cuando el coronavirus ya no asusta tanto (aun cuando siga latente), empezamos a reparar en algunas patologías de la piel que siguen exigiendo una creciente atención.
Durante el prolongado confinamiento, la piel permaneció aislada. Aunque esta circunstancia no favoreciera especialmente su cuidado, hay que reconocer que el órgano más extenso de nuestro cuerpo se libró de la agresión de numerosos agentes externos. Ahora, cuando se recupera progresivamente la relación con el mundo exterior, viene a apreciarse un creciente rebrote de las dermatitis de contacto. En la práctica, se trata del regreso a la situación anterior a la pandemia, lo que exige recuperar la atención que entonces se prestaba a esta patología.
Las dermatitis de contacto representan entre el tres y el cinco por ciento de la atención dispensada en las consultas de dermatología. Se trata de una dolencia claramente al alza, ya que cada vez existen en el mercado más productos complejos, cuyos componentes pueden provocar reacciones irritativas o alérgicas en la piel. Generalmente, las inflamaciones vienen a durar entre dos y cuatro semanas y la gravedad depende de la extensión y la intensidad del proceso. Una rápida consulta al dermatólogo constituye la solución más segura y efectiva ante este problema, mientras que el autotratamiento o recursos como el consejo de un amigo o el empleo de productos supuestamente milagrosos puede acarrear complicaciones indeseadas.
Las lesiones producidas en las dermatitis de contacto son diferentes de las que afloran provocadas por situaciones de ansiedad o de estrés. Pero todas ellas requieren la atención por parte del especialista, ya que sus imbricaciones psicológicas y sociales pueden ser más importantes que la mera clínica.