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Las necesarias advertencias sobre las repercusiones negativas que piercings y tatuajes pueden tener sobre la piel han servido frecuentemente de excusa para impulsar la imagen del dermatólogo como un especialista poco interesado (cuando no, abiertamente enemigo) en la búsqueda de la estética. Esta concepción, tan errónea como injusta, ignora algo tan elemental como que la auténtica belleza sólo puede buscarse a partir de una piel sana.
Como la experiencia demuestra que enfrentarse radicalmente a las modas es una batalla perdida, vamos a ser realistas y limitarnos a informar y a tratar de minimizar al máximo los daños de estas prácticas. Tatuajes y piercings gozan de una larga vida y no hay señal alguna de que su eliminación vaya a ser inmediata. Al contrario, observamos que se trata de una costumbre cada vez más extendida.
Por otra parte, dada la breve extensión de este artículo, nos ceñiremos a las recomendaciones más generales. Hay que vigilar que el centro donde se realizan este tipo de intervenciones cuente con la debida autorización, disponga de personal especializado y que utilice instrumental estéril y desechable. Es muy importante que las instalaciones estén limpias y que la zona de trabajo esté convenientemente aislada.
Quien se someta a estas prácticas debe ser consciente del riesgo de infecciones y de que se trata de procesos que pueden tener efectos negativos para la piel y también dificultades en el caso de que, pasado un tiempo, se opte por su eliminación. Por ello, la decisión de aplicarse un tatuaje o un piercing no debe ser tomada a la ligera. En los casos de menores de edad, embarazo, alergia a algún pigmento o existencia de infecciones recientes o dermopatías, tatuajes y piercings están claramente contraindicados.
La consulta al dermatólogo resulta muy conveniente antes de tomar la decisión de hacerse un tatuaje o un piercing. El consejo del especialista es muy importante para que la decisión no perjudique seriamente a la salud y a la belleza de la piel.
