¿Un exceso de protección perjudica los niveles de vitamina D?
12 mayo, 2017Trasplante capilar en cejas y barba. ¿Se puede?
16 mayo, 2017“Más vale prevenir que curar” asegura el viejo refrán.
Y, en el caso, de la piel, esta afirmación adquiere una especial relevancia. En primer lugar porque, al ser la piel el órgano más extenso del cuerpo humano, las precauciones son numerosas y variadas.
Tantas como pueden ser las consecuencias de los descuidos por parte de los posibles futuros pacientes.
A nivel general, se ha avanzado mucho en la concienciación de la necesidad de protegerse del sol, gracias a las campañas en las que la Academia Española de Dermatología ha jugado un papel de protagonista o de colaborador decisivo.
Los dermatólogos españoles han estado siempre en primera línea, aconsejando a la población a través de todos los medios a su alcance.
Esta tarea asistencial y educativa se ha visto recompensada con una reducción notable de los efectos negativos que una exposición solar inadecuada produce sobre la piel.
Efectos que pueden ir desde una leve quemadura hasta un melanoma mortal.
Sin embargo, queda mucho por avanzar en el ámbito de la concienciación a nivel individual.
Porque todavía existen muchas personas que, ante la aparición de una mancha sospechosa, recurren al consejo del amigo o a supuestos “especialistas”, que vienen a aplicar tratamientos inadecuados y, con frecuencia, contraproducentes, cuando lo normal sería una consulta inmediata al dermatólogo.
Esta batalla de la concienciación individual debe partir, precisamente, de la afirmación de que el dermatólogo es el único especialista cualificado para el cuidado efectivo de la piel.
Y también, en lógica consecuencia, el único que puede establecer una estrategia preventiva con garantías.
El cuidado de la piel no puede ser entendido como una oportunidad de negocio, sino como una cuestión de salud, incluso en lo estético, porque lo sano es el soporte básico de lo bello.
Y esto deben entenderlo también los responsables del poder público, cuya obligación es proteger a los ciudadanos, a través de regulaciones adecuadas que preserven el patrimonio más valioso del ser humano, que es su salud.