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28 noviembre, 2017El tratamiento del acné
22 diciembre, 2017Aunque se ha avanzado bastante en concienciación al respecto, todavía existe un número considerable de personas que piensan y, en consecuencia, limitan el cuidado de la piel a las afecciones puntuales del órgano más extenso del cuerpo humano.
Evidentemente, se trata de una concepción errónea, ya que
La piel exige una atención permanente a lo largo de la vida y en función de las características de cada estación y de la evolución del propio individuo.
Infancia, adolescencia, madurez y vejez son etapas de la vida que introducen cambios profundos en todos los ámbitos del ser humano y la piel no es, por supuesto, una excepción.
La piel de un lactante, por ejemplo, puede ser hasta diez veces más sensible que la de un adulto y el manto protector debe ser extremadamente cuidadoso.
La adolescencia tiene complicaciones dermatológicas específicas, como la aparición del acné.
En la madurez, la piel sufre agresiones incentivadas por la actividad laboral, tales como el estrés o la falta de sueño, sin contar con la influencia negativa de vicios como el tabaco, el alcohol o las drogas.
Y en la vejez, se sufre la depresión de las capas superficiales de la epidermis y se dejan de producir fibras, con la consiguiente pérdida de la tonicidad de la piel.
La investigación médica ha logrado desarrollar tratamientos cada vez más eficaces para hacer frente a estas patologías naturales.
Para aprovecharse de este esfuerzo investigador y para eliminar los riesgos que implica el acudir al consejo de personas no preparadas, la solución más sencilla y con garantías es la visita regular al dermatólogo, el especialista cualificado que es capaz de diseñar la estrategia adecuada para el cuidado permanente de la piel.
Esta es una apuesta sobre seguro, que beneficiará a nuestra salud y proporcionará la tranquilidad de estar en buenas manos.