Enfermedades venéreas o Infecciones de transmisión sexual
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3 octubre, 2017Las siglas VIH corresponden al virus de la inmunodeficiencia humana. Durante mucho tiempo, hablar de VIH y Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) era equivalente porque muchas de las personas con infección por VIH terminaban desarrollando Sida. Sin embargo, desde que se introdujeron los nuevos tratamientos antirretrovirales, ser portador de este virus no se traduce en desarrollar la enfermedad en la mayoría de los casos. Así que hablaremos del VIH y Sida como dos entidades distintas, ya que en el primer caso la infección está controlada y en el segundo, no.
El VIH pertenece a la familia de los retrovirus, un grupo de virus que se caracteriza por su pequeño tamaño y por tener sólo ARN en su material genético. Su descubrimiento se hizo después de aparecer los primeros casos de pacientes que habían desarrollado el síndrome de inmunodeficiencia adquirida en San Francisco, lo que generó mucha incertidumbre a principios de los 80.
Años después se descubrió que éste era un virus típico de algunas especies de monos, pero que tras modificarse evolutivamente se logró adaptar a sobrevivir en los seres humanos provocando la enfermedad que se denominó Sida.
El VIH va destruyendo progresivamente los linfocitos CD4, que forman parte del sistema inmunológico del cuerpo humano, por lo que, de no tratarse, la persona termina por sufrir un deterioro de su inmunidad. Se considera que una persona con VIH ha evolucionado a sida cuando tiene menos de 200 CD4, frente a la cifra normal de una persona sana y que oscila entre los 500 y 1.400. Esa debilidad le favorece la aparición de infecciones oportunistas o incluso cáncer ya que su organismo no puede defenderse de forma adecuada.
El virus se puede transmitir de persona a persona a través de la sangre, por vía sexual o de la madre al hijo, durante el embarazo, el parto o la lactancia. No existe ninguna otra vía de transmisión. La menor incidencia de consumo de drogas por vía intravenosa, el mayor control durante el embarazo y el parto y las medidas de prevención han hecho que esa vía de transmisión haya cambiado radicalmente en nuestro país. En la actualidad, la mayoría de los nuevos casos de VIH diagnosticados en España, un 85,9%, se da en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas que pueden aparecer con la infección aguda por VIH son similares a los que da una gripe u otra enfermedad viral:
Fiebre
Sudoración nocturna
Dolor muscular, de cabeza y de garganta.
Diarrea
Inflamación de ganglios linfáticos
Úlceras bucales
Sin embargo, en muchos casos no se manifiesta ninguno de estos síntomas, por lo que la persona puede estar semanas, meses o años con la infección sin saber que la tiene si no se realiza una prueba específica.
¿Cómo se puede saber si se tiene VIH? ¿Cuánto tiempo hay que esperar?
Existen los denominados test rápidos que, en menos de 30 minutos, ofrecen un resultado. Sin embargo, si este resultado es positivo hay que confirmarlo por un método más sensible como el de ELISA o PCR. Las pruebas rápidas ofrecen detecciones provisionales que, en caso de resultar positivas, deben siempre validarse.
Pruebas de anticuerpos: este análisis muestra la cantidad de anticuerpos contra el VIH que hay en la sangre o en la saliva. Los anticuerpos son las células defensivas del organismo que aparecen para combatir la infección por este virus. El cuerpo humano puede tardar de 3 a 12 semanas en producir suficiente cantidad de anticuerpos para detectarlos en sangre, por lo que, durante ese tiempo, al que se denomina periodo silente, no se detectará la infección. A esta prueba se le denomina ELISA y, en el caso de que el resultado sea positivo, hay que confirmarlo mediante una prueba más específica denominada Western Blot, que también determina anticuerpos.
Pruebas de combinación o test de 4ª generación: es una analítica que, además de detectar los anticuerpos, identifica los antígenos del virus (una parte de él) en la sangre. Esta prueba reduce el periodo ventana, ya que el cuerpo humano tarda entre 2 y 6 semanas en producir suficientes antígenos que puedan ser detectados en sangre.
Pruebas de ácido nucleico: también denominada PCR, detecta material genético del virus en sangre. Puede confirmar la infección entre 7 y 28 días después de haberla contraído.
Si la prueba es de cuarta generación, con extracción de sangre, un resultado negativo, pasadas seis semanas de la última práctica de riesgo, es definitivo. Sin embargo, cualquier otra prueba, tiene el negativo definitivo pasadas 12 semanas de la última situación de riesgo.
¿Cuándo se debe empezar el tratamiento?
Las personas con diagnóstico de infección por VIH deben empezar el tratamiento lo antes posible ya que, aunque no es curativo, sí controla la infección y puede ayudar a tener una vida más larga y más sana. Además, estar en tratamiento reduce el riesgo de transmisión del VIH.
El tratamiento antirretroviral (TAR) consiste en una combinación de medicamentos contra el VIH. Su mecanismo de acción es evitar que el virus se reproduzca en el cuerpo y, de esta manera, al haber menos cantidad de virus, el sistema inmunitario tiene más posibilidades de recuperarse y combatir otras infecciones.
Desde la identificación del VIH, se han desarrollado muchos medicamentos para controlarlo. Estos fármacos están agrupados en seis clases, en función de los mecanismos de acción para combatir la infección.
Hace años, los pacientes debían de tomar una media de hasta 40 pastillas diarias para controlar su infección. Sin embargo, y gracias a la investigación realizada estos años, ahora el tratamiento de inicio consiste en la administración de tres medicamentos de dos clases distintas. Dependiendo de la situación en la que se encuentre la persona en el momento del diagnóstico, se le recomendará un tipo de combinación u otro. Los efectos secundarios dependen de la combinación elegida y de la persona que lo reciba, y pueden ir desde dolores de cabeza a inflamación de garganta o lesión en el hígado.
En España, hay acceso gratuito al tratamiento para los aproximadamente 3.500 nuevos casos de infección que se detectan cada año. Según el informe ‘Vivir y envejecer con el VIH: desafíos en la gestión del VIH en España’, realizado por The Economist Intelligence Unit, con el patrocinio de Gilead y presentado en el primer semestre de 2017, el 82% de la población española con VIH ha sido diagnosticada, el 92% de los pacientes está recibiendo el tratamiento, y respecto a la supresión viral, se está cerca de cumplir el objetivo, con un 88%.
Los tratamientos desarrollados en las últimas décadas han hecho que esta infección se convierta en un proceso crónico para muchas personas. La mayor tasa de mortalidad se sitúa en África, donde se producen el 80% de las muertes por esta enfermedad. Sin embargo, el principal motivo de estos fallecimientos es la falta de asistencia sanitaria y la dificultad para acceder a un tratamiento.
¿Prevención, vacunas…En qué consiste el PrEP?
En los últimos años, se ha abierto un debate sobre un tipo de tratamiento preventivo, denominado profilaxis preexposición o también PrEP. Consiste en administrar un tratamiento preventivo en personas no infectadas por VIH pero que tienen un riesgo muy elevado de contraer la infección. La terapia consiste en la combinación de dos fármacos para el VIH (tenofovir y emtricitabina) en una única pastilla. Diferentes estudios han demostrado que esta terapia es altamente eficaz en la prevención de la infección por VIH si la adherencia al tratamiento es buena, reduciendo su riesgo en un 86% según el estudio PROUD publicado en The Lancet. Otros estudios muestran que esta medicación tiene una protección del 96%.
La medicación no previene la entrada del virus en el organismo, sino que funciona bloqueando la infección e impidiendo que el virus se establezca en el cuerpo y se propague.
En Estados Unidos y en algunos países de Europa ya se receta de forma preventiva, en Francia se administra a cargo del sistema público. La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea del Medicamento recomienda la PrEP a personas con alto riesgo de infección como los hombres que tienen sexo con otros hombres o las mujeres transexuales, asociado a otras medidas preventivas ya existentes como el uso de preservativo.
En España, la medicación TAR se obtiene con una prescripción médica y en las farmacias hospitalarias. Sin embargo, la PrEP no se ha implementado dentro del sistema sanitario normalizado. Algunos colectivos de enfermos con VIH, el Comité Español de Bioética y algunas sociedades científicas se han mostrado a favor de la financiación pública de este tratamiento. Pero existe cierto debate porque esta estrategia implica tratar a una población sana, aunque muy expuesta. Sin embargo, no hay consenso sobre el lugar o quién debería administrar esta terapia.
Algunas CCAA han mostrado su voluntad de participar en un estudio, dirigido por el Ministerio de Sanidad, para analizar los factores clave para implantar esta medida preventiva en nuestro país.
Vacunas
Hasta el momento, no hay una vacuna para prevenir o curar la infección por VIH a pesar de que existen muchos grupos científicos en el mundo que están intentando desarrollar un producto eficaz.
Una línea de investigación que está en marcha en diferentes centros, como IrsiCaixa, es la de las vacunas terapéuticas, es decir, desarrollar una vacuna no que evite la infección, sino que controle el sistema inmunológico una vez que el virus ha entrado en el cuerpo humano.
De momento, los productos terapéuticos que se han desarrollado están bajo estudio y se han obtenido datos preliminares con resultados contradictorios.
Redacción: Ángeles López. Revisado por: Teresa Puerta.