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21 agosto, 2020El melanoma es un cáncer de piel que surge como consecuencia de la transformación maligna de los melanocitos, las células que producen la pigmentación de la piel (la melanina). Cuando los melanocitos crecen en grupo aparecen los nevus o lunares.
Aunque distinguir un melanoma de cualquier otro lunar puede resultar complicado, hay ciertos signos que pueden ayudar a identificarlo al realizar una exploración física, como la aparición de nuevos lunares o si se percibe que alguno previo empieza a cambiar y va adquiriendo un aspecto distinto al de los demás, lo que se conoce como signo del patito feo.
Las principales características de un melanoma son el contorno irregular, la asimetría de la forma, la presencia de más de dos colores (sobre todo si se distribuyen de forma asimétrica), y el crecimiento progresivo. Este crecimiento puede ser lento y durar varios meses o años, pero también existe la posibilidad de que crezca en cuestión de unas pocas semanas.
Por este motivo es esencial realizar un diagnóstico precoz de la predisposición al melanoma ya que, como apunta el dermatólogo Eduardo Nagore, “si se identifica a las personas que tienen una mayor facilidad para sufrir un melanoma, se pueden beneficiar de medidas de prevención específicas, tanto para la detección precoz de un posible melanoma como de otros cánceres que, en ocasiones, tienen una incidencia aumentada en personas que tienen algunos genes de predisposición”.
Pero ¿cuáles son los factores que determinan esta predisposición? Si bien puede estar asociada a algunas características de la persona como, por ejemplo, la cantidad de nevus que se tienen o el grado de pigmentación, el doctor Nagore explica que “la predisposición inherente a la persona la determinan los genes heredados de los padres”. Esto implica que el mero hecho de tener algún antecedente familiar de melanoma aumenta el riesgo de desarrollarlo.
No obstante, la herencia de una variante que predispone al melanoma no implica necesariamente que se vaya a padecer esta enfermedad. En palabras del doctor Nagore “el tipo de alteración genética heredada y, sobre todo, la combinación de varias alteraciones genéticas junto con una exposición inadecuada a la radiación ultravioleta, hacen que la probabilidad pueda variar de un 5% a incluso un 70 u 80% a lo largo de la vida”.
Actualmente, existen diversas opciones para llevar a cabo el diagnóstico genético del melanoma. Las más accesibles y económicas son las técnicas de biología molecular, que permiten el estudio de la gran mayoría de genes implicados en la predisposición genética al melanoma. Paralelamente, se han conseguido desarrollar combinaciones de alteraciones genéticas que, junto a las características propias del individuo (nevus, pigmentación, etc.), permiten identificar a personas que no tienen antecedentes personales ni familiares de melanoma, pero que tienen un mayor riesgo de desarrollarlo. Respecto a esta última opción, el doctor Nagore opina que “es de esperar que en un tiempo no muy lejano existan chips comerciales que apliquen estas combinaciones y puedan ser útiles para la población general”.
Sin embargo, más allá de la predisposición genética, prevenir el melanoma sigue estando de nuestra mano. Disminuir la exposición excesiva e inadecuada a la radiación ultravioleta, tanto artificial (cabinas de bronceado), como natural (sol) y evitar a toda costa las quemaduras solares son algunas pautas generales