Guía para pacientes con epidermólisis bullosa
17 febrero, 2021Un nuevo colaborador de la Fundación para 2021
12 marzo, 2021Después de un nuevo confinamiento (especialmente duro en algunas Comunidades Autónomas), llegan medidas de relajación que parece nos permitirán, no se sabe por cuánto tiempo, hacer una vida prácticamente normal.
| Estas bruscas alteraciones en el comportamiento están provocando un estado de estrés, especialmente apreciable en el caso de la piel.
Desde los primeros tiempos, se ha observado y constatado que el equilibrio físico y mental es fuente de salud. Y también que las situaciones que trastornan este equilibrio (entre ellas, el estrés) contribuyen a incentivar enfermedades físicas y mentales.
En lo que respecta a la piel, el contraste entre el confinamiento y la salida al exterior constituye, en sí mismo, un factor de riesgo, que obliga a extremar las medidas protectoras. Pero también las situaciones de ansiedad, provocadas por el aislamiento, la eliminación o disminución del ejercicio físico o las alteraciones en la dieta, (expresadas en aumentos de peso generalizados que están aflorando en muchas estadísticas), son otros tantos factores que contribuyen al deterioro o al envejecimiento prematuro de la piel.
| Desde que la irrupción del virus cambió bruscamente nuestras rutinas, el órgano más extenso de nuestro cuerpo vive en un estado de estrés, que exige precauciones y medidas especiales para reducir sus negativas repercusiones.
Debemos, sobre todo, buscar alternativas y refugios para restablecer el equilibrio físico y emocional, impidiendo que el coronavirus se convierta en el centro obsesivo de nuestras vidas.
A partir del rescate de este necesario equilibrio, nos será mucho más fácil enfrentar la difícil situación que nos ha tocado vivir y recuperar las rutinas beneficiosas para el cuidado de la piel. Descubriremos que, a medida que desaparece el estrés, va creciendo una paz interior que nos hace más felices.