“Stop Sarna”, el proyecto de dermatología solidaria que sigue combatiendo epidemia
8 marzo, 2022Primavera para la piel
30 marzo, 2022La inesperada irrupción del coronavirus introdujo fuertes alteraciones en la red sanitaria. La necesaria y urgente atención para evitar el contagio y tratar a los contagiados tuvo, como dañino efecto colateral, el postergar el cuidado a otras enfermedades que eran y siguen siendo importantes. Ahora, con la pandemia en retroceso, estas afecciones vuelven a reclamar la atención que puntualmente perdieron.
Una de esas dolencias, en el ámbito dermatológico, es la psoriasis, cuya incidencia en España supera ya el millón de personas (lo que representa el 1,4% de la población). Al elevado número de afectados debe añadirse la fuerte imbricación social y psicológica, cuyas consecuencias pueden ser más importantes que la clínica de la propia enfermedad.
La psoriasis se caracteriza por la aparición de unas lesiones eritematodescamativas, en forma de placas, que se localizan, preferentemente, en zonas de brazos y piernas (sobre todo, en codos y rodillas) y cuero cabelludo. Su origen todavía es desconocido, aunque existen factores desencadenantes, como el estrés, algunos traumatismos sobre la piel, ciertas infecciones (especialmente respiratorias y faringoamigdaláceas) o la reacción a medicamentos. También se han detectado influencias de tipo hormonal (pubertad e inicio de menopausia), observándose, por el contrario, indicios de mejoría durante el embarazo. La duración de esta enfermedad y su extensión son muy variables y no es en absoluto contagiosa.
Como hemos apuntado antes, la psoriasis acarrea notables consecuencias de tipo psicológico, social y laboral, que pueden desembocar en situaciones de aislamiento, depresión e incapacitación. Por eso, resulta fundamental que este trastorno sea tratado por un dermatólogo, que es el especialista adecuado para fijar la estrategia terapéutica más eficaz. Además, la investigación ha logrado el desarrollo de nuevos fármacos, capaces de aliviar los síntomas, y alejar los riesgos de incapacitación, con lo que viene a fomentarse una mayor integración social de los afectados.