Buenas intenciones para la piel

El final de año suele ser aprovechado por muchas personas para hacer balance de lo conseguido y formalizar planes para el futuro. En esta ocasión, la pandemia ha ensombrecido el pasado más reciente y, de momento,  lo más  inmediato tampoco  parece demasiado luminoso. Aprender de los errores es reconocida como una vía para mejorar y enriquecer la vida personal, pero también se advierte que la mayoría de los seres humanos muestra una irresistible tendencia a desaprovechar este tipo de conocimiento.

En lo referente al cuidado de la piel, vamos a centrarnos en unas pocas reflexiones, que conduzcan a actuaciones beneficiosas que sean fáciles de llevar a cabo. Mejor ser realistas que excesivamente ambiciosos. Más vale que el nuevo año sea recordado como el de la inauguración de una modesta mejora que como el eslabón de una cadena de frustraciones.

Tan importante como implantar una actuación saludable es mantenerla en el tiempo. Dado que el hombre es un animal de costumbres, resulta muy eficaz integrar unas pocas rutinas, de reconocido beneficio  para la piel, en nuestra agenda cotidiana.

La primera sería la hidratación diaria, utilizando las cremas más adecuadas en función de las características y necesidades definidas por el dermatólogo. En segundo lugar, el nuevo año es un buen momento para suprimir hábitos nocivos, como el consumo de alcohol y tabaco, que contribuyen a acelerar el envejecimiento de la piel,  y sustituirlos por una dieta saludable y la práctica de ejercicio físico acorde con la edad y características de cada persona.

Otras dos rutinas sumamente beneficiosas son la vigilancia de manchas sospechosas en la piel y el establecimiento de una visita periódica al dermatólogo, siguiendo, responsablemente, las indicaciones de frecuencia y las pautas preventivas y de tratamiento  prescritas por el especialista. Estas sencillas recomendaciones contribuirán, de forma muy efectiva, a la salud de su piel dentro de un nuevo marcado, de momento, por la incertidumbre.