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16 agosto, 2016Rayos UV – la diferencia entre rayos UVA y rayos UVB
La fuente natural más importante de rayos ultravioleta (UV) es el sol. Aunque sus extremadamente agresivos rayos UVC son casi completamente absorbidos por la capa de ozono, los rayos UVA y UVB, invisibles para el ojo humano, llegan a la tierra – y, por consiguiente, también llegan a todo lo que vive en ella. La radiación UV puede tener varios efectos en la piel de los seres humanos dependiendo de su intensidad y la longitud de sus ondas.
Son mayores los efectos negativos de los rayos UV que los positivos
Aunque el sol puede hacernos sentir bien, sus efectos negativos y dolorosos tales como las quemaduras, arrugas y el riesgo de desarrollar cáncer de piel, representan la otra cara de la moneda. Es cierto que la piel produce la esencial vitamina D3 reparadora de huesos con la ayuda de los rayos UVB, pero no hace falta más que una pequeña dosis de 20-30 minutos de sol al día.
El resto de exposición a la radiación UV es básicamente nociva. Puede provocar daños permanentes al sistema inmunitario local de la piel y al material genético de las células cutáneas (ADN). Esto es cierto tanto en el caso de los rayos UVB de onda corta como en el de los rayos UVA de onda larga.
Los rayos UVB broncean la piel y causan quemaduras solares
Las ondas cortas de la radiación UVB del sol son en su mayor parte interceptadas por la capa de ozono. El debilitamiento de la capa de ozono en los últimos años, no obstante, ha provocado un incremento del número de rayos UVB que llegan a la tierra. La potente radiación UVB provoca inicialmente la reacción protectora más evidente de la piel al sol. Atraviesa las capas superiores de la epidermis y las broncea con rapidez. Se forman pigmentos (melanina) por las células pigmentarias localizadas en la unión de la dermis con la epidermis, y son cedidos a los queratinocitos, células que forman la epidermis, la capa más superficial de la piel y la colorean de manera visible.
Si la dosis de UVB es demasiado fuerte, la piel se torna roja y se inflama, derivando en una quemadura solar. Esto es una señal de alarma grave enviada por las células cutáneas. Ahora depende del propio sistema reparador de las células erradicar el daño. Cuanto más frecuente e intensa sea la exposición de la piel al sol, más grave será el daño. Además, aumenta el riesgo de que los procesos de reparación se agoten y no funcionen correctamente. A largo plazo, esto puede provocar alteraciones del material genético, lesiones cutáneas crónicas y puede derivar en las fases preliminares del cáncer y en el desarrollo propio del cáncer de piel.
La radiación UVA provoca daños en las capas más profundas de la piel
Los rayos UVA naturales generalmente no causan quemaduras. Las ondas largas de los rayos UVA, no obstante, penetran más profundamente en las capas inferiores de la piel, donde producen el bronceado. Al mismo tiempo, dañan el tejido conjuntivo que se encuentra bajo la epidermis, lo que hace que la piel pierda su tono – el envejecimiento prematuro y las arrugas son la consecuencia (fotodaño). Nuevas investigaciones científicas han puesto de manifiesto que una gran concentración de radiación UVA contribuye a causar un cáncer de piel y, por consiguiente, es culpable, en parte, del aumento de su incidencia.