El control de los factores externos e internos ayuda a promover la salud de la piel
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9 octubre, 2019Mientras, durante el verano, todo invita a salir de casa, al regreso de las vacaciones estivales, la tentación es refugiarse en ella. Si, en el periodo anterior, lo importante era protegerse adecuadamente del sol, ahora lo peligroso es el sedentarismo, con el televisor o los ordenadores como protagonistas.
Gracias a las efectivas campañas de concienciación, la mayoría de los ciudadanos saben hoy que la piel sufre mucho si no se toman las medidas de protección solar adecuadas.
Pero no son tan conscientes de los efectos negativos del sedentarismo sobre el órgano más extenso del cuerpo humano. Solemos quedarnos con el antiguo “mens sana in corpore sano”, sin profundizar más.
El ejercicio físico aporta efectos beneficiosos para la piel, siempre que se cumplan dos requisitos fundamentales: adecuarse a la edad y características de quienes lo practican y tomar las medidas de protección adecuadas.
En la práctica, resulta bastante similar a lo que ocurre con el sol, que puede ser un amigo beneficioso o un enemigo mortal, en función del comportamiento humano.
Entre los efectos beneficiosos de un ejercicio físico adecuado, destaca la estimulación de la circulación sanguínea, el fortalecimiento muscular o la liberación de endorfinas.
El sudor es un excelente método natural para la expulsión de toxinas, una buena circulación previene las varices y las antiestéticas arañas vesiculares, mientras el fortalecimiento muscular implica un mejor soporte para la piel.
La liberación de endorfinas contribuye a una sensación de felicidad y a una reducción del estrés. Todo ello, además de beneficiar al estado general, tiene consecuencias muy positivas para la piel.
Pero estos beneficios pueden perderse si no se adoptan las medidas imprescindibles.
El ejercicio debe realizarse con ropa adecuada, lo que incluye las correspondientes prendas protectoras (guantes, gorros, etc.), según el ambiente en que se realice.
Nunca debe practicarse con maquillaje, ya que puede obstruir los poros y, con ello, la expulsión de toxinas a través del sudor.
La protección solar también resulta aquí imprescindible. Y, después de practicar deporte, es necesario lavarse y secarse bien para que las toxinas no sigan ancladas en nuestra piel.
Hay que ser conscientes de los beneficios que el ejercicio físico reporta a la salud. Lo ideal sería integrar su práctica en la rutina diaria, eliminando la esclavitud que supone atarse permanentemente al televisor o a los ordenadores.
Y recuerde que la moderación suele ser una virtud y el exceso un perjuicio.