La piel es un órgano vivo
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3 febrero, 2016La dermatología, según la RAE, es la “Rama de la medicina que trata de las enfermedades de la piel”. Esta rama de la ciencia sanitaria engloba en la actualidad dos sub-especializades:
- La venereología, que se ocupa de las enfermedades de transmisión sexual
- La flebología, que trata las patologías del sistema venoso superficial
Así se organiza hoy en día, pero no siempre fue un saber estructurado. Vamos a repasar algunos de los hitos históricos de la dermatología.
La medicina hebrea, de la que tenemos referencia por el Antiguo Testamento y el Talmud, hace numerosas menciones a patologías cutáneas. En él se alude a enfermedades venéreas, al cuidado de la piel y la importancia del baño. Aunque la Biblia no sea un tratado médico, las citas sobre este tema abundan: la psoriasis, la alopecia, el vitíligo, la alopecia, el eczema y el acné, por solo nombrar enfermedades dermatológicas, aparecen en sus páginas.
También se menciona a menudo la lepra, enfermedad de profundas resonancias en la sociedad y religión cristianas.
Egipto es considerado la civilización antigua más avanzada en el campo sanitario. Ya en época de Cleopatra se conocen las propiedades para la piel del aloe vera. Se valora también el uso de los baños, los bálsamos y los productos cosméticos. Se han hallado recetas para prevenir las arrugas. Al ser un país desértico y soleado, los egipcios no descuidaban la necesidad de hidratar y proteger la piel, y recurrían al alabastro y la miel, elementos con propiedades nutritivas y exfoliantes.
En Grecia, el círculo de Hipócrates trata el cuerpo como un todo, y describen sus afecciones como resultado de un cambio en los temperamentos o “humores” del organismo. El pionero universal de la medicina no escribió un tratamiento exclusivo de la piel, aunque Hipócrates sí prestó atención a la importancia de la sudoración de un paciente o de la influencia del baño en los cuerpos, y tenía conocimiento de los poros de la piel.
Grecia y Roma comparten con Egipto el uso de aceites y perfumes. Además, las tres civilizaciones coincidieron en descubrir las propiedades saludables del agua de mar para la piel.
A partir de este momento va quedando constancia de los grandes nombres y tratados que revolucionan el estudio de la piel. Cornelio Celso (25 a.C. – 50 d.C.) lega a la historia de la medicina la descripción de una patología cutánea, el Area Celsi, que no es otra que la alopecia total. Lo hace en su tratado Corpus Medicorum Latinorum.
El médico griego Galeno de Pérgamo (129 – 299 dc), del que se conservan al menos 22 libros, es el último médico innovador en occidente hasta el Renacimiento. Sus hallazgos no son superados en los siguientes mil años, y conservan su influencia durante mil quinientos. Galeno escribió e investigó sobre todas las ramas médicas existentes, y entre sus tratamientos para la piel destaca una crema facial de creación propia, compuesta de aceite, cera blanca y agua.
Siglo XI: Los pueblos árabes recogen el testigo de la sabiduría científica occidental. El canon de la medicina, uno de los casi trescientos libros del inagotable científico, matemático y poeta musulmán Avicena (980–1037), describe tratamientos para varias enfermedades cutáneas.
Mientras la cultura árabe vuela alto, durante la Edad Media los reinos cristianos apenas se interesan por la perfección en el oficio. Aun así, logran descollar estudiosos como Rogerio de Palermo, autor de un libro sobre cirugía, que usa cataplasmas mercuriales para las enfermedades de la piel.
Tienen que pasar varios siglos hasta que en 1572, Geronimo Mercuriali de Forlì, Italia, publica De morbis cutaneis, el primer trabajo dedicado a la especialidad, y devuelve a occidente el interés por el rigor en la investigación, tras los años oscuros del medievo.
El período de asentamiento de la dermatología sucede entre mediados del siglo XVIII hasta 1825. Comienza la etapa moderna de la especialidad con Jean Astruc (1684-1766), profesor francés que publica el primer gran tratado sobre la sífilis y las enfermedades venéreas.
Poco después, en 1799, Francesco Bianchi escribe Dermatologia, el primer libro de texto dedicado íntegramente a esta ciencia para uso pedagógico.
En 1819 se acepta en lengua inglesa el término dermatology, y se suceden las aperturas de centros especializados. La primera escuela de dermatología se abre en el hospital de Saint-Louis de París en 1801. Los primeros textos específicos de la edad contemporánea se publican entre 1798 y 1814. Willan (1757 – 1812) funda la dermatología británica y Lorry la francesa. Ambos dan el pistoletazo de salida a la especialidad con categoría científica.
La primera sociedad dermatológica estadounidense aparece en 1869 en Nueva York. De entre sus principales médicos, se considera como autor fundamental a James C. White.
En España son primero José Eugenio Olavide (1836-1901) y luego Juan de Azúa (1859-1922) quienes implantan la dermatología en España como disciplina independiente y rigurosa. Este último funda la Academia Española de Dermatología y Venereología, y Actas Dermosifiliográficas, la más veterana de las revistas médicas mensuales del país. Con el ejemplo de estos pioneros, la AEDV continúa en España la labor de difusión y estudio de la piel para el presente y el futuro.