Laura Padilla-España, Juan Bosco Repiso-Jiménez, Marta Frieyro-Elicegui, Teresa Fernández-Morano, Magdalena de Troya-Martín. Departamento de Dermatología, Hospital Costa del Sol (Marbella).
Hasta principios de siglo XXI el cáncer anal representaba un tipo de cáncer de escasa incidencia con predominio femenino, constituyendo el 5% de los cánceres de origen gastrointestinal. En las últimas dos décadas se ha producido un incremento considerable de su incidencia a expensas fundamentalmente de grupos de riesgo como son hombres que mantienen sexo con hombres (HSH), inmunodeprimidos de cualquier causa (en especial VIH: Virus de la Inmunodeficiencia Humana) y pacientes con antecedentes de carcinomas en la región anogenital.
En Europa se estima que cada año se pueden producir unos 100.000 casos nuevos de cáncer de ano. En España la incidencia anual en la población general se estima en 0,2 casos por 100.000 habitantes y en EEUU es de 1 por cada 100.000 habitantes, siendo la incidencia en HSH 35 veces mayor y 70 veces mayor en aquellos que están infectados por el VIH, lo que supone el triple de la incidencia del cáncer de cuello en las mujeres en la etapa previa a la instauración de la citología cervical como método de cribado. De hecho, el cáncer anal se ha convertido en una de las primeras neoplasias no definitorias de sida.
La terapia antirretroviral empleada en los pacientes VIH ha disminuido la incidencia de determinados cánceres pero no la de las neoplasias relacionadas con infecciones persistentes por determinados virus, como parece ser la infección por el VPH (Virus del Papiloma Humano). La terapia antirretroviral ha permitido un aumento de la supervivencia de la población VIH pero no tiene efectos sobre el aclaramiento de la infección por VPH, incrementando por tanto el riesgo de neoplasias asociadas.
El cáncer anal se ha relacionado con la infección por el VPH y se cree precedido por las lesiones intraepiteliales de alto grado. La infección por un tipo de VPH con capacidad de promover el desarrollo de cáncer en el canal anal predispone al desarrollo de Neoplasia intraepitelial anal (NIA) considerada precursora del cáncer anal. La incidencia de cáncer anal asociado a infección por VPH ha aumentado considerablemente en la población general, habiéndose demostrado un incremento significativo de los tipos de VPH con mayor riesgo de desarrollar cáncer (16 y 18).
Como método de cribado de NIA en las poblaciones de riesgo se ha recomendado la citología anal, de forma similar al cribado del cáncer de cuello de útero (cérvix) en la población femenina. La citología anal de acuerdo al método de Palefsky ha demostrado tener una sensibilidad y especificidad comparable con la citología de cérvix, siendo fácil de interpretar y analizar por el especialista.
El sistema de cribado propuesto por Palefsky se basa en la toma de una citología anal a ciegas. El resultado citológico se clasifica atendiendo a los criterios de Bethesda en lesión atípica de significado incierto (ASC-US), lesiones de bajo (LSIL) y alto grado (HSIL). En caso de resultado negativo para anormalidad citológica, es aconsejable repetir la citología anualmente. En caso de alteración citológica es preciso completar el estudio realizando una anuscopia de alta resolución con acetoscopia que nos permita una exploración más exhaustiva del canal anal. Para ello se ha de aplicar una gasa impregnada en solución de ácido acético al 3% sobre la mucosa del canal anal durante unos minutos, gracias a lo cual se pueden identificar áreas de displasia anal (teñidas de color blanquecino tras la aplicación del ácido acético). A continuación se realiza una exploración minuciosa mediante anuscopia y en caso de presencia de áreas blanquecinas sospechosas es aconsejable realizar biopsia de mucosa anal, prueba de referencia que nos aporta la confirmación histológica de nuestra sospecha clínica.
El tratamiento de las neoplasias intraepiteliales de alto grado mediante crioterapia, ácido tricloroacético al 80%, electrocoagulación o imiquimod tópico podría evitar la progresión a cáncer de ano, lo que hace más importante su diagnóstico precoz.
En las formas de NIA de bajo grado se aconseja seguimiento estrecho mediante anuscopias periódicas salvo en caso de lesiones leves con afectación difusa en la que se plantean las mismas alternativas terapéuticas.
Se desconoce la evolución natural de la NIA, pero ésta se considera una lesión precursora del cáncer anal por tanto, su detección precoz podría disminuir la morbimortalidad del carcinoma escamoso del canal anal.
Dado que a nivel nacional no se disponen de trabajos que estudien la incidencia de NIA en las poblaciones consideradas de riesgo y tampoco existen protocolos de cribado bien definidos para la detección precoz de NIA y de su manejo terapéutico, cada vez son más numerosos los estudios acerca de esta nueva entidad. Todo ello nos permitará establecer de forma sistemática un sistema de diagnóstico precoz, identificar aquella población de riesgo que se pueda beneficiar e instaurar medidas de prevención y tratamiento que ayuden a controlar su incidencia y morbimortalidad.
Recibirás las últimas noticias de Fundación Piel Sana
Recibirás las últimas noticias de Fundación Piel Sana