María Magdalena Silla Prósper, Fernando Alarcón Soldevilla, Clara Fernández Martín-Valdés. Servicio de Dermatología, Hospital Universitario Virgen Macarena (Sevilla)
La capsaicina es una molécula procedente de varias especies de la planta del género Capsicum. Se encuentra en alimentos como chile, pimentón, ají y le confiere a estos productos su sabor picante característico.
Su principal indicación en Medicina es la aplicación tópica (sobre la piel) en crema al 0,075% o en parches al 8%, como tratamiento coadyuvante, es decir, asociado a otros tratamientos, en el dolor neuropático periférico (consecuencia del daño de un nervio) en adultos, sobre todo en la neuralgia postherpética, y también en el dolor tipo artrósico.
Sin embargo, en Dermatología se ha empleado como terapia alternativa (no de primera elección) en varias patologías, aunque la mayoría de los artículos publicados contienen un bajo volumen de pacientes y los resultados han sido variables:
Su mecanismo de acción consiste en estimular selectivamente las terminaciones de las fibras amielínicas tipo C (fibras nerviosas que transmiten las sensaciones dolorosas y pruriginosas), provocando la liberación de sustancia P, el principal neurotransmisor de los estímulos dolorosos. Lo que consigue finalmente es producir un agotamiento de la sustancia P, con lo que impide la transmisión de estas señales dolorosas, todo ello sin alterar la percepción de otros estímulos sensitivos (tacto, temperatura, presión). Por tanto produce una desensibilización progresiva y reversible al dolor. Sin embargo, no se sabe el mecanismo exacto por el que alivia el prurito, ni su verdadera eficacia, ya que se precisan ensayos clínicos comparados con otros fármacos y con mayor volumen de pacientes, para poder determinarla.
Apenas se produce absorción sistémica (al resto del organismo), por lo que no aparecen efectos secundarios generales.
En cambio sí son frecuentes, hasta en la mitad de los pacientes, reacciones como eritema, quemazón, dolor y escozor a nivel local, aunque la aplicación repetida disminuye estos efectos. La explicación de este hecho es que, como hemos comentado anteriormente, en un principio estimula la liberación de sustancia P, por lo que puede aumentar el picor y el dolor, y con el paso del tiempo produce su depleción, aliviándolo. En caso de que aparezcan estas reacciones, se puede disminuir la frecuencia y el área de aplicación, hasta que desaparezcan o se toleren. Debe tenerse en cuenta que el agua caliente, la sudación excesiva o la oclusión, pueden intensificarlos. Otros efectos secundarios son el eczema irritativo y la sequedad de piel. La tos y los estornudos son menos frecuentes y son debidos a un efecto aerosol del fármaco. Si aparecen reacciones tipo urticaria o ampollas, debe suspenderse el tratamiento.
Se debe evitar el contacto con ojos, manos, nariz, boca y heridas si las hay. Los pacientes deben ser instruidos en emplear guantes de goma para su aplicación y lavarse bien las manos después, para evitar principalmente la irritación ocular por contacto.
No debe emplearse en embarazadas ni en hipersensibilidad a la capsaicina o a cualquiera de los componentes del medicamento.
Su forma de aplicación es en general 3 veces al día, aunque en Dermatología no ha quedado completamente establecida su posología (forma y frecuencia de aplicación), ni el tiempo que debe mantenerse antes de alcanzar el efecto máximo.
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