Sabrina Kindem, Rebeca Alcalá, Nancy Rivas. Servicio de Dermatología, Instituto Valenciano de Oncología (Valencia).
La piel es el órgano más extenso del organismo y supone la primera barrera de defensa frente a agentes externos. Está formada por 3 estratos distintos: la epidermis, la dermis y el tejido celular subcutáneo. En cada uno de estos estratos se encuentran diferentes células con distintas funciones. Estas células, como cualquier célula del cuerpo humano, pueden proliferar de manera descontrolada y acabar formando un tumor o neoplasia, cuyo comportamiento puede ser benigno o maligno. Por tanto, el cáncer de piel incluye un conjunto de diferentes neoplasias malignas que derivan de células de la piel. Como existen diferentes células en los 3 estratos cutáneos, tendremos distintos tipos de cáncer de piel. En general, se clasifican en dos grandes grupos: los cánceres que derivan de un tipo concreto de células de la piel, los melanocitos, al que llamaremos melanoma y en el otro grupo se engloban todo el resto de tumores malignos de la piel distintos del melanoma:
El cáncer de piel supone la neoplasia maligna más frecuente de la raza humana y de hecho su incidencia aumenta cada año. Cada uno de los distintos cánceres tienen distintas características respecto al tipo de paciente, factores de riesgo y pronóstico. Nombraremos algunas consideraciones generales de cada uno de ellos.
Es el tumor maligno más frecuente de la raza humana. Afecta predominantemente a personas de piel clara, ojos claros y pelo rubio. Sin embargo, es tan frecuente, que lo puede padecer cualquier persona y a cualquier edad, aunque es más frecuente en personas de edad avanzada, como la mayoría de tumores malignos. Su crecimiento es lento y su comportamiento no es agresivo, no suele diseminarse ni metastatizar a ningún otro órgano. Pero sí presenta invasión local pudiendo dejar grandes cicatrices, secuelas y alteraciones funcionales. En general, un tratamiento que lo erradique por completo suele ser curativo en la mayoría de las veces. El pronóstico generalmente es muy bueno.
El carcinoma basocelular puede aparecer de diferentes formas clínicas. En general, toda lesión rosada aunque sea asintomática, que no acaba de curar de manera espontánea, de larga evolución, que aumenta de tamaño paulativamente y que puede sangrar con facilidad y presentar zonas de ulceración o costra, sobre todo si aparece en zonas fotoexpuestas, debería ser consultada a un dermatólogo para valoración (Figura 1).
2.3. Carcinoma epidermoide
Es el segundo tumor cutáneo más frecuente. Afecta fundamentalmente a personas de edad avanzada y que hayan presentado una constante exposición solar a lo largo de su vida. Suele presentarse como un tumor que crece más rápidamente y se ulcera y sangra, sobre todo en zonas fotoexpuestas como cara y dorso de las manos. Puede invadir los ganglios linfáticos y diseminarse a distancia, por eso su diagnóstico precoz es importante.
Lesión cutánea de rápido crecimiento en zonas fotoexpuestas, ulcerada o con costra, en persona de edad avanzada debe ser valorada por un dermatólogo (Figura 2). Existe una forma de lesión precancerosa que son las queratosis actínicas, las cuáles son pequeñas lesiones planas de color rosado que se “pelan” al rozarlas y aparecen sobre todo en frente, nariz, mejillas y dorso de las manos. Deben de ser tratada s también por un especialista dado que tienen capacidad de malignizar.
2.5. Melanoma
Es mucho menos frecuente que los anteriores, pero afecta a personas más jóvenes y es el responsable del 80% de los fallecimientos por cáncer de piel. Por estas razones, evitar los factores de riesgo y realizar un diagnóstico precoz es de suma importancia. El espesor del tumor en la piel es el principal factor pronóstico. Es importante consultar a un médico o a un especialista ante cualquier cambio de color, tamaño o forma de lesiones pigmentadas ya presentes o ante cualquier nueva lesión distinta a las demás o de rápido crecimiento, especialmente si presenta varios colores, es asimétrica y/o presenta sangrado (Figura 3).
La clínica que presentan es diversa, inespecífica y difieren mucho entre ellos (linfomas cutáneos, carcinoma de células de Merkel, sarcomas, entre otros). En general, son tumores que aumentan con la edad del paciente. Lesiones cutáneas que no curan de manera espontánea o que crecen, aunque sean asintomáticas, deben de ser consultadas al médico especialista.
Podemos diferenciar dos grandes grupos de factores de riesgo, los que son intrínsecos de cada persona y por tanto no los podemos cambiar, como por ejemplo la edad o el sexo. Y por otro lado, los extrínsecos a los que externamente se encuentra cada persona expuesta, y que por tanto sí podemos evitar. Enumeraremos algunos de los factores de riesgo más importantes aunque varían según el tipo de cáncer de piel.
Es muy importante evitar los factores de riesgo dentro de nuestras posibilidades. Es decir, no podemos cambiar nuestra genética ni dejar de tomar un tratamiento inmunosupresor si lo necesitamos. Pero sí podemos evitar la exposición solar intensa y utilizar medidas de protección (cremas fotoprotectoras, gafas, sombrero). Y sobre todo, estar alerta ante nuevas manchas en la piel o cambios en las previas mediante una autoexploración sistemática de manera regular, para que si ocurre, podamos captarlo a tiempo.
Si acaban de diagnosticarle un cáncer de piel, su dermatólogo le explicará el protocolo terapéutico más adecuado en su caso y el pronóstico, ya que depende de cada tipo de tumor.
A nivel general, podemos diferenciar algunos tratamientos que puede que lleve a cabo:
El tratamiento a seguir depende no sólo del tipo de cáncer si no del estadio de éste al diagnóstico. En la mayoría de los casos con la cirugía es suficiente. Será su dermatólogo quien le explicará el tratamiento más adecuado para su caso.
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