La rosácea es una alteración crónica de la piel muy frecuente que afecta a la cara, produciendo enrojecimiento y granos en las mejillas, a veces con formación de pus.
Los síntomas de la rosácea suelen producirse en la zona central de la cara (mejillas, frente, nariz, alrededor de la boca y en el mentón), aunque puede aparecer en otras localizaciones. En la mayoría de los casos los pacientes tienen sensación de calor o ardor en las zonas afectadas.
Los sígnos de rosácea varían según los casos, pudiendo tener una o más de las siguientes alteraciones:
En el desarrollo de la rosácea intervienen múltiples factores, pero hay dos componentes esenciales:
En cuanto a la tendencia genética: se ha visto que el 40% de los pacienes tienen historia familiar de rosácea.
Hay una serie de factores que puede empeorar la rosácea, aumentando la circulación de la cara y empeorando el enrojecimiento. Los más frecuentes son las comidas y bebidas calientes, las comidas picantes, el alcohol, temperaturas extremas o cambios de temperatura bruscos, la luz del sol, situaciones de estrés, menopausia, ejercicio intenso, baños calientes o saunas, corticoides y fármacos que dilaten los vasos, incluyendo algunos medicamentos para la hipertensión arterial.
En la mayoría de los pacientes el dermatólogo puede realizar el diagnóstico sin necesidad de realizar pruebas complementarias, mediante los signos clínicos y los síntomas del paciente.
Antes de establecer un tratamiento para la rosácea es necesario identificar los factores desencadenantes de la rosácea en cada individuo. El tratamiento puede variar en función de los síntomas y la gravedad de los mismos.
Es fundamental para los pacientes diagnosticados de rosácea protegerse de la luz del sol utilizando de forma diaria cremas fotoprotectoras de alta potencia (tanto para ultravioleta A como para ultravioleta B) y utilizando complementos que bloqueen el paso del sol como sombreros, sombrillas o prendas de vestir. Si el clima es muy frío es recomendable cubrir la cara con una bufanda o aplicar cremas protectoras. Muchos pacientes con rosácea tienen la piel sensible, por lo que se recomienda la utilización de cremas hidratantes faciales hipoalergénicas o específicas para pieles con rosácea. Además, es recomendable la utilización de jabones suaves, evitando frotar de forma enérgica la cara con las manos o con algún utensilio. También se deben evitar las lociones alcohólicas (típicas en desmaquillantes o productos para el afeitado). Si se lleva maquillaje, el uso de productos que contengan pigmentos verdes puede ayudar a disimular las rojeces. Se debe evitar el uso de cremas de corticoides excepto si han sido directamente prescritas por su dermatólogo. Los corticoides tópicos, cuando se usan de forma inadecuada, pueden empeorar la rosácea.
La rosácea no es una enfermedad infecciosa y los antibióticos se utilizanpor su capacidad anti-inflamatoria y para reducir el número de bacterias habituales en la piel. En ocasiones el tratamiento es prolongado y puede requerir modificaciones que serán indicadas por su médico.
Para determinados tipos de rosácea. Generalmente se utiliza a dosis bajas y requiere de control anticonceptivo en mujeres en edad fértil por sus efectos sobre el feto.
En pacientes seleccionados puede ser necesario el uso de otros tratamientos como sulfonas
Para destruir los vasos sanguíneos visibles o disminuir el enrrojecimiento, existen láseres vasculares o IPL/I2PL que actúan sobre los vasos sanguíneos produciendo su destrucción. Su dermatólogo le indicará en que momento está indicado realizar esté tratamiento.
Los problemas de sequedad pueden mejorar con lágrimas artificiales o los tratamientos sistémicos. El oftalmólogo valorará si los síntomas oculares son graves y requieren tratamientos más específicos.
El rinofima (engrosamiento la piel de la nariz) es un tipo de rosácea que afecta a los varones. El tratamiento habitual de la rosácea en este caso puede completarse con técnicas quirúrgicas o con láser, con diversas variantes técnicas para eliminar el engrosamiento de la piel.
En conclusión, aunque todavía no es posible curar definitivamente la rosácea existen tratamientos con los que podemos atenuar los síntomas, mejorar el aspecto de la piel y aumentar la calidad de vida de nuestros pacientes. El dermatólogo además le ayudará a identificar los factores que puedan empeorar su enfermedad. Lo importante es evitar los factores desencadenantes, seguir el tratamiento prescrito por el dermatólogo y utilizar los cosméticos adecuados.
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