La queratosis pilar es una condición cutánea benigna muy frecuente, que consiste en la presencia de pápulas (elevaciones de menos de 1 cm de diámetro, bien definidas y de contenido sólido), de diferente coloración (blanco-rojiza), perifoliculares (alrededor del folículo piloso), que se agrupan en placas. Estas lesiones dependiendo de la edad del paciente se distribuyen generalmente en diferentes áreas corporales; a saber, es más frecuente que en personas dentro del rango de edad de adolescente-adulto joven, involucren áreas cutáneas como la cara lateral de brazos y de muslos, mientras que en niños suele afectar a zona de mejillas. Esta condición no suele afectar a personas mayores de 30 años.
La queratosis pilar, consiste en la presencia de pápulas perifoliculares formadas por tapones duros de queratina, una proteína de la piel. Estos tapones de queratina o tapones córneos se forman en el interior del orificio folicular, a nivel de su tercio más superficial (el infundíbulo folicular). Esto produce que dichos folículos se distiendan, asociando en ocasiones una pequeña inflamación de la piel circundante, que se traduce en eritema (rojez)perifolicular, que varía en diferentes grados de gravedad, según el grado de inflamación.
Se desconoce la causa exacta de por qué se produce. La queratosis pilar se da frecuentemente de forma aislada, aunque también existen condiciones a la que se asocian frecuentemente, como por ejemplo, fototipos o pieles más oscuras y dermatitis atópica (en la que se considera un criterio diagnóstico menor). También existen diversos trastornos hereditarios, donde se evidencia asociación con dicha condición cutánea, tales como, ictiosis vulgar o alteraciones del cromosoma 18p. Otras asociaciones comunes son la obesidad, la diabetes, el síndrome de Noonan, la insuficiencia renal, el síndrome de Down, el síndrome de Graham-Little, la paquioniquia congénita. También se ha visto mayor asociación de queratosis pilar con el uso de fármacos, como corticoides sistémicos, litio y vemurafenib.
La queratosis pilar a pesar de ser una condición benigna, puede provocar síntomas que no hay que dejar de lado, ya que son un motivo de preocupación del paciente. Entre ellos encontramos la implicación estética, en especial, cuando dichas lesiones se forman en zonas más expuestas como por ejemplo la cara. También puede provocar una cierta aspereza cutánea (que en ocasiones se compara con el papel de lija), acompañada de sequedad cutánea. En raras ocasiones también puede ocasionar leve picor o prurito. Suelen desaparecer sin lesión residual, aunque en ocasiones pueden dejar cicatriz residual, sobre todo las que se dan en la región facial. En general esta condición mejora con el verano, y empeora en el invierno (por la menor humedad ambiental)
El diagnóstico se realiza generalmente mediante una correcta historia clínica, con una adecuada anamnesis y exploración física, sin necesidad de pruebas complementarias.
No existe la monoterapia eficaz. En general los tratamientos consisten en combinaciones de varios de ellos, encaminados al reblandecimiento de los depósitos duros de queratina. Entre las opciones terapéuticas encontramos:
No hay que olvidar que es recomendable la supervisión médica, y resulta necesaria para la prescripción de medicamentos.
No existe una remisión instantánea, el tratamiento suele durar meses. También mencionar que las recidivas son frecuentes. Recordar otra vez, que es necesaria la supervisión médica.
Recordar que un correcto trato a la piel, y una buena higiene pueden ayudar a mejorar los síntomas. Las recomendaciones van dirigidas a mantener una adecuada humedad en la piel. Por ejemplo, evitar una excesiva fricción al secar la piel, incluso es recomendable dejar ésta un poco húmeda, tras el secado. Se recomienda cambiar los hábitos de ducha, por ejemplo, limitar el tiempo de la misma (no más de 10-15 minutos) y utilizar agua tibia. Además se aconseja el uso de cremas hidratantes tras el baño.
No se puede prevenir, el uso de las recomendaciones antes descritas ayuda a mejorar dicha condición.
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